Fui forastero, y no me recogisteis. Mateo 25:43.
Como vimos ayer, los acontecimientos de la vida adventista de J. G. Matteson salieron como debían. En el lado opuesto de la balanza, está el caso de Hannah More. Al igual que Matteson, More tenía una excelente educación, para ese entonces; y, al igual que Matteson, tenía un potencial excelente para hacer una contribución al adventismo.
Como ávida estudiante de la Biblia, se había aprendido de memoria todo el Nuevo Testamento. Tenía una amplia experiencia de trabajo cristiano como docente, administradora escolar, misionera de la Junta Norteamericana de Comisionados de las Misiones Extranjeras para las tribus desplazadas de Cherokke y Choctaw, en Oklahoma, y como misionera al África Occidental, bajo el patrocinio de la Asociación Misionera Norteamericana.
En 1862 conoció a S. N. Haskell, quien la colmo de buenos libros adventistas, incluyendo el History of the Sabbath [Historia del sábado], de J. N. Andrews. Al regresar al África, al leer se convirtió al adventismo. Esa es la buena parte de su historia.
Rechazada por su ex comunidad debido a su adventismo, viajó a Battle Creek, Michigan, en la primavera de 1867, con la esperanza de hallar consuelo y trabajo entre los hermanos creyentes. Allí es donde comienza la parte mala de la historia.
Al llegar a Battle Creek al momento en que los White estaban en un itinerario de viaje, no pudo encontrar trabajo ni un lugar para vivir entre los miembros de iglesia. Rechazada por los adventistas, finalmente encontró hospedaje con un ex colega misionero al norte de Michigan.
Notablemente, teniendo en cuenta la forma en que la trato la comunidad adventista, no abandonó su fe. Los White, al darse cuenta de la tragedia, comenzaron a cartearse con Hannah, comprometiéndose a ayudarla a reubicarse en Battle Creek en la primavera. Pero, no llego a concretarse: Hannah More se enfermó en febrero y paso al descanso el 2 de marzo de 1868. Desde la perspectiva de Elena de White, “murió en calidad de mártir, por el egoísmo y la codicia de los profesos guardadores de los Mandamientos” (TI 1: 583).
Años más tarde, cuando los adventistas estaban tratando de iniciarse en las misiones extranjeras, escribió: “¡Oh, cuanto necesitamos a nuestra Hannah More para ayudarnos en este tiempo a alcanzar otras naciones! Su extenso conocimiento de los campos misioneros nos daría acceso a los que hablan otros idiomas y a quienes no podemos acercarnos ahora. Dios trajo este don [...] pero no apreciamos el don”. Siguió lamentando la perdida de lo que Hannah podría haber contribuido para la misión adventista (TI 3: 447).
Perdónanos, Padre. Ayúdanos a tener un corazón como el tuyo.
MEDITACIONES MATINALES PARA JÓVENES 2014
”365 vidas” by: Milton Bentancor, Imagen by: v3wall.com
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