julio 12, 2014

A la vuelta del hogar celestial | Matutina para Mujeres

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“Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros”. 1 Pedro 5:7.
¡Qué linda es la lluvia! En mi país cae un chaparrón y después sale el sol brillante y hace calor. Recuerdo una tarde, tendría trece o catorce años, cuando regresaba del colegio. Estaba a punto de llover, las negras nubes comenzaron rápidamente a ocultar el sol tropical.
Empecé a apurar el paso. Los nubarrones se arremolinaban en el cielo. Estaban bajitos, los podía ver sobre mi cabeza. Literalmente parecían humaredas a punto de lanzar fuego mediante los relámpagos y truenos que oscurecían amenazadoramente la tarde. El viento traía hojas frescas y secas; papeles que hacían volteretas en el aire, polvo, mucho polvo que se metía en los ojos y la nariz. Hasta me parecía que aquella tormenta tenía olor; sí, olor a tormenta.
Corrí lo más rápido que pude, apretando fuertemente mis libros contra el pecho y tratando de sujetar mi amplia falda de uniforme escolar. Parecía que las nubes soplaban amenaza y destrucción para el pueblo. Sentía que el viento me levantaría en cualquier momento. Lo que más quería era llegar a la seguridad de mi casa; solo me faltaba doblar la esquina. Nunca se me había hecho tan larga la cuadra que me separaba de mi hogar.
Tuve que caminar hacia atrás para que el polvo no me cegara. Estar en medio del remolino, el ruido, el polvo, la luz tenebrosa de los relámpagos, las nubes negras y las hojas que me tocaban, me aterrorizaba. Seguí corriendo mientras sentía que la tormenta me envolvía y los últimos rayos del sol de la tarde pinchaban las nubes llenas de agua.
Grandes gotas comenzaron a caer. Ya casi estaba en mi casa. “Ahí está mi casa”, grité y corrí, corrí y llegué a tiempo para no mojarme, pero ¡la puerta estaba cerrada! Se había trancado por el viento. Sentí miedo y empecé a gritar y a golpear desesperadamente la puerta. ¡Qué lindo fue cuando mi madre abrió la puerta, me dio un abrazo y entré a la seguridad de mi hogar!
Amiga, a veces atravesamos tormentas oscuras en nuestra vida, humanamente imposibles de afrontar. Me conforta pensar que a la vuelta de la esquina del tiempo está mi Señor esperándome para abrirme la puerta de mi hogar celestial.
Ana Luz Barrientos, Estados Unidos

ECTURAS DEVOCIONALES PARA LA MUJER 2014
”DE MUJER A MUJER” by: Pilar Calle de Henger, Imagen by: v3wall.com

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