diciembre 28, 2016

¿Quién dirigirá tu vida? | Matutina para Jóvenes 2016

 

Acuérdate de tu Creador ahora que eres joven” (Eclesiastés 12:1).

Si yo te preguntara quién dirige tu vida, ¿cuál sería tu respuesta? Vivimos en un tiempo cuando los jóvenes aseveran ser dueños de su libertad. Muchos supo- nen que ejercen el control absoluto sobre sus vidas y que ellos mismos son los amos y señores de sus decisiones. Lo cierto es que en el más amplio sentido de la frase, la libertad siempre será utopía para criaturas como nosotros. No hay un solo instante de nuestra vida en que no estemos bajo la autoridad de alguien o de algo.
La realidad es que hay dos poderes que día tras día luchan por dirigir tu vida. Uno de ellos es el pecado. Jesús dijo: “Les aseguro que todos los que pecan son esclavos el pecado” (Juan 8:34). El pecado es el peor amo que existe en el universo. Nos maltrata, nos oprime, nos obliga a hacer lo que no queremos y, por si esto fuera poco, nos da la muerte como salario por los años que hemos trabajado para él. ¿Dejarás que ese sanguinario señor continúe dirigiendo tu vida?
Si no queremos ser “esclavos del pecado”, entonces hemos de llegar a ser “siervos de Dios” (1 Pedro 2:16). Es decir, tenemos que permitir que Dios sea el que dirija nuestra vida. ¿Pero por qué es importante y nos conviene que Cristo sea el que decida sobre nuestra manera de actuar? Porque por nosotros mismos somos incapaces de saber encaminar nuestros pasos por la senda del bien. Salomón se preguntó: “¿Cómo puede el hombre entender su propio camino?” Nadie nos conoce mejor que aquel que nos creó. Por ello es necesario que “los pasos del hombre los dirij[a] el Señor” (Proverbios 20:24, NV1).
¿Y cuándo debe Jesús comenzar a dirigir tu vida? He aquí la respuesta: “Acuérdate de tu Creador ahora que eres joven y que aún no han llegado los tiempos difíciles; ya vendrán años en que digas: ‘No me trae ningún placer vivirlos’. Hazlo ahora” (Eclesiastés 12:1, 2). Si lo haces ahora te darás cuenta de que “no tiene límite la utilidad de aquel que, poniendo el yo a un lado, da lugar a que obre el Espíritu Santo en su corazón, y vive una vida completamente consagrada a Dios” (Testimonios para la iglesia, t. 8, p. 26).

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#VISITAMIMURO
Por: J. Vladimir Polanco

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