diciembre 28, 2016

El evangelio según un billete de veinte dólares | Matutina para Adultos 2016

Image result for un billete de veinte dólares arrugado

El cruce de los elegidos a la eternidad

“¿Quién podrá acusar a los que Dios ha escogido? Dios es quien los hace justos. ¿Quién podrá condenarlos? Cristo Jesús es quien murió; todavía más, quien resucitó y está a la derecha de Dios, rogando por nosotros”. Romanos 8:33, 34, DHH

MI AMIGO PHIL DUNHAM, predicador ya jubilado, en su libro Sure Salvation, habla de un conferenciante que mostró en alto un billete de veinte dólares: “¿Alguien quiere esto?” Se alzaron manos. El conferenciante enrolló y arrugó el billete. “¿Siguen queriéndolo?” Volvieron a alzarse manos. Tiró el billete al suelo, y lo machacó con el talón. “¿Lo quieren ahora?” Manos levantadas. “¿Ven, amigos míos? Con independencia de lo que yo le haga al dinero, siguen queriéndolo, porque lo que le ocurra no disminuye su valor.
Igual con nosotros -arrugados, tirados, machacados en el polvo por las decisiones que adoptamos, por las circunstancias de la vida-: nos parece que no tenemos ningún valor. Pero lo cierto es que, con independencia de lo que haya ocurrido o de lo que ocurra, ustedes nunca perderán su valor a ojos Dios. Sucios o limpios, arrugados o muy bien planchados, siguen siendo inestimables para él”. ¡Amén!
Todo el año venimos siguiendo el rastro de los elegidos de Dios, que han metido la pata una y otra vez. Y, a decir verdad (y se sabe que lo es), ¡también nosotros! Sin embargo, qué alegre noticia para fin de año es este simple recordatorio: nunca hemos perdido nuestro valor a ojos de Dios. Seguimos siendo inestimables para él. Incluso cuando somos protagonistas de un desastre total solo unos días antes de llegar a la tierra prometida. Como Moisés y Aarón.
Llegamos ahora al último relato con un nudo en la garganta. Porque, ¿qué corazón no se duele por la amarga sentencia de que, debido a la muy temeraria negación pública de Dios en el límite de Canaán por parte de esos dos dirigentes, ambos tendrían que renunciar a cruzar con Israel y ambos tendrían que morir fuera de la tierra prometida? ¿Solo porque perdieron los estribos y golpearon la roca en vez de hablarle? Pero recuerda que “esa roca era Cristo” (1 Cor. 10:4), que había de ser golpeado solamente una vez -al comienzo del viaje de los israelitas-, audaz símbolo de la herida infligida a Jesús “una vez para siempre” (Heb. 10:10) en el Calvario (Isa. 53:4).
Volver a golpearlo, machacarlo públicamente en un arrebato de ira mojigata, no solo destruía la metáfora de la salvación, sino que también negaba al Dador divino: “¿Podremos nosotros hacer brotar agua de esta roca?” (Núm. 20:10, NC). En la debacle de Moisés y Aarón hay dos sombrías lecciones para los elegidos: Se requerirá mucho de los que reciben mucho (se espera mucho de los elegidos y sus dirigentes), y cuanto más nos acerquemos a la tierra prometida, más cerca debe ser nuestro andar con Dios (más radical debe ser nuestra confianza en él). Pero, nunca lo olvides: hasta cuando te arrugas, sigues siendo precioso a su vista. ¡Y Dios tendrá la última palabra!

ELEGIDOS
El sueño de Dios para ti
Por: Dwight K. Nelson

Share:

0 comentarios: