diciembre 09, 2016

Cuatro secretos para sobrevivir al terremoto económico venidero – 4 | Matutina para Adultos 2016

Corporate-Social-Responsibility-And-Environmental-Management-Dahlsrud-2006

El cruce de los elegidos a la eternidad

“Den a otros, y Dios les dará a ustedes. Les dará en su bolsa una medida buena, apretada, sacudida y repleta. Con la misma medida con que ustedes den a otros, Dios les devolverá a ustedes’’. Lucas 6:38, DHH

ME ENCANTA EL RELATO. Seguro que a ti también. Allí está, recogiendo algo de leña en aquella tierra asolada por la sequía y el hambre, preparando una última cena para su hijo y para ella, cuando un profeta de barba frondosa le pide no solo un vaso de agua, sino también comida. “Hazme este favor y nunca te faltará comida” (ver 1 Rey. 17:8ss). ¿Ilógico? Del todo. Pero la respuesta de fe de la viuda aún enseña la verdad: si haces de Dios lo primero, él suplirá tus necesidades. ¿No es eso lo que Jesús intentó decirnos cuando prometió: “Dad y se os dará” (Luc. 6:38)? ¿Cómo podía la renuncia de la viuda a lo poco que tenía llegar a dar como resultado más de lo que jamás podría haber soñado? Puede que te preguntes lo mismo cuando contemplas ese montoncito de billetes que hay sobre tu mesa o la notificación de despido que tienes en la mano. ¿Cómo puede llegar Dios a proveer lo que el desempleo me ha quitado?
Secreto 4. ¡Convierte tu supervivencia en prosperidad! ¿Por qué no lo averiguas? Da el paso de dar y comprueba si el Dios de Elias y la viuda no convierte también su supervivencia en prosperidad. Lo cierto es que la gente más feliz del mundo está constituida por todos los dadores, sean ricos o pobres. Las investigaciones demuestran que dar potencia el sistema inmunológico, combate el estrés y la depresión y, de paso, aumenta la esperanza de vida. “Dad y se os dará”.
Jesús sabía de qué hablaba. Da tu tesoro, da tus talentos, da tu tiempo, date a ti mismo. “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio” (Juan 3:16, NVI). Estás en excelente compañía. “Dar toca una fibra sensible en nosotros como ninguna otra cosa puede hacerlo. Nos parecemos mucho a Dios cuando lo hacemos. Cuando das, desafías al temor de que no tendrás suficiente. Insultas a la codicia, al impulso de adquirir o poseer más de lo que uno necesita o merece.
Si de verdad crees que Dios es el dueño de todo y que es tu fuente y tu proveedor, dar será cosa sencilla. […] Según Jesús, dar mantiene tu corazón en su movimiento hacia Dios alejándose de las cosas materiales. […] Tu corazón seguirá la dirección de tu dadivosidad” (Ed Gungor, en Leadership, verano de 2006, p. 36).
Elizabeth Johnston, de cuatro años, aprendía su versículo de memoria: “Dios ama al dador alegre” (2 Cor. 9:7). Pero su madre, Madeline, me contó que se formó un batiburrillo con las palabras, porque toda aquella semana pudo oír a Beth repitiendo el versículo a sus muñequitas: “Dios es un amoroso dador alegre”. ¡Cuán cierto!

ELEGIDOS
El sueño de Dios para ti
Por: Dwight K. Nelson

Share:

0 comentarios: