El cruce de los elegidos a la eternidad
“De los hijos de Isacar, doscientos principales, entendidos en los tiempos, y que sabían lo que Israel debía hacer, y cuyas órdenes seguían todos sus hermanos”. 1 Crónicas 12:32
MIENTRAS MANTENEMOS la cuenta regresiva de la esperanza del “cruce al más allá” -toda una generación de los elegidos en vela, trabajando y aguardando el regreso de Jesús-, ¿no te gustaría que pudiéramos predecir el futuro igual de bien que este pequeño artilugio predice el tiempo? Es una alegre cintita de hilo tejido con todos los colores del arcoíris. Las instrucciones que vienen con él son simples: 1. Colgar fuera de la ventana. 2. Comprobar cada mañana. 3. Si está mojado, llueve. 4. Si está rígido, hiela. 5. Si está blanco, nieva. 6. Si se mueve, hace viento. 7. Si está descolorido, hace sol. Y, 8, si no está, lo han robado. ¡Qué dispositivo tan ingenioso! Siempre funciona.
¿No te gustaría que predecir el futuro fuera así de simple? Hubo una vez una antigua tribu que tenía la asombrosa capacidad de hacer precisamente eso. David acababa de derrotar a sus enemigos. El rey Saúl había muerto. En el texto de hoy las tribus de Israel estaban junto al nuevo monarca. Y en medio de su enumeración figuraba la pequeña tribu de Isacar con un calificativo excepcional: Entendían los tiempos y sabían lo que Israel debía hacer.
¿Qué tal si ese fuera el calificativo de los elegidos hoy? En la práctica, ¿no nos mandó Jesús que aprovechásemos este “factor de Isacar”? En Lucas 12:54-56 y Mateo 16:1-3, exclamó: “¡Hay que ver! Ustedes saben leer las señales de los cielos: ‘Cielo rojo al anochecer, remar será un placer; cielo rojo al amanecer, el mar se ha de mover’ [De hecho, sí se refirió a ese conciso proverbio meteorológico], ¡pero no son capaces de discernir las señales de los tiemposf Es decir: “¿Por qué no se vuelven todos como la pequeña tribu de Isacar y entienden los tiempos para saber qué deberían estar haciendo los elegidos?” Por ejemplo, ¿qué deberían comprender los elegidos sobre el temor que estrangula a nuestra sociedad? Tenemos miedo de todo: pandemias, terrorismo, colapso económico, debacle ecológica, la migración, nuestros vecinos: tememos al propio temor. Pero, ¿no predijo Jesús una pandemia global de temor inmediatamente antes de que regrese? “Los hombres quedarán sin aliento por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra” (Luc. 21:26).
¿Deberíamos los elegidos tener miedo? ¡Más bien no! La gente que tiene miedo se retuerce las manos y baja la cabeza. Pero, según la declaración de Jesús, sus seguidores no. La pandemia de temor debe ser afrontada con la postura de la esperanza: “Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca” (vers. 28).
ELEGIDOS
El sueño de Dios para ti
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