octubre 13, 2013

MADERA DE PREDICADOR | Matutina (J)

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Que nadie te menosprecie por ser joven. Al contrario, que los creyentes vean en ti un ejemplo a seguir en la manera de hablar, en la conducta, y en amor, fe y pureza

1 Timoteo 4:12

En Lest WeForget [No sea que olvidemos] George Knight narra la experiencia de John N. Loughborough, que tenía 17 años cuando sintió que Dios lo llamaba a ser predicador. Durante nueve semanas estuvo enfermo de malaria. Finalmente, desesperado, clamó:

“Señor, quítame estos escalofríos y estas fiebres, y saldré a predicar”.

Los escalofríos y las fiebres cesaron ese mismo día. Pero John no tenía un solo centavo para viajar. Después de varias semanas de trabajar como leñador logró ahorrar un dólar.

“Esa cantidad -d i jo – , me llevaría adonde yo deseaba ir, pero ¿y la ropa? El señor con quien estuve trabajando me dio un saco y un par de pantalones bastante raídos, pero como era un hombre mucho más alto que yo, aquella ropa, después de recortarla unos quince centímetros, no se veía muy elegante que digamos. En lugar de abrigo, mi hermano me dio un capote un tanto extraño, al cual le había cortado un buen trozo”.

Después contó: “Con esa curiosa combinación de harapos y el dólar que poseía, decidí ir a cierta zona donde nadie me conocía y traté de predicar. Si fracasaba, ninguno de mis amigos se enteraría, y si tenía éxito, lo tomaría como una evidencia de que era mi deber predicar”.

En su primera noche predicó en una pequeña iglesia bautista llena hasta reventar.

“Canté, oré y canté otra vez -informó -, y hablé sobre la caída del hombre. En vez de sentirme apenado como yo temía, la bendición de Dios descendió sobre mí y hablé con libertad.

A la mañana siguiente me dijeron que diecisiete pastores habían estado presentes en la reunión la noche anterior.

“La siguiente noche la iglesia estaba llena otra vez. Supongo que la razón de su interés era la curiosidad de escuchar a aquel predicador principiante. Al final de la reunión, el pastor se puso de pie y anunció que la noche siguiente se iniciaría una clase de canto y por lo tanto mis reuniones debían terminar.

Pero en el acto un señor de apellido Thompson se puso de pie y dijo :’ Señor Loughborough, estas clases de canto se han organizado con el propósito de poner fin a sus reuniones ‘Entonces , procedió a invitar al joven predicador a una escuela que tenía un salón más grande, y una vez más el edificio estaba a reventar la primera noche. Dios puede usarte de la misma manera. Alístate en sus filas.

MATUTINA PARA JÓVENES ¿SABÍAS QUE…?

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