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seamos como Caín que, por ser del maligno, asesinó a su hermano. ¿Y por qué lo hizo? Porque sus propias obras eran malas, y las de su hermano justas
1 Juan 3:12
El apóstol Juan contesta la pregunta que él mismo hace. Caín mató a su hermano porque tuvo el odio natural, satánico, que sienten la injusticia por la justicia y el injusto por el justo. Por supuesto, tú sabes que hay mucho más cuando buscas una respuesta humana al horrible acto que el primer hombre nacido en este mundo cometió. ¿Cómo es posible que llegara tan pronto al nivel de perversidad que se requiere para cometer un asesinato?
No lo sabemos, pero nos preguntamos: ¿Será que ya era un psicópata? ¿Tan pronto? Kent Kiehl, profesor asociado de Psicología en la Universidad de Nuevo México, Estados Unidos, se sumergió en el mundo, por lo general horrible, de los psicópatas criminales.
Exploró sus mentes. Literalmente escaneó sus cerebros para buscar en la estructura anatómica algo físico que pudiera explicar por qué las personas tienen una casi completa incapacidad para cometer terribles crímenes sin sentir el menor sentimiento de culpabilidad o lo que llamamos remordimiento.
El interés que Kiehl tiene en los psicópatas se inició cuando tenía ocho años y vivía en Tacoma, Washington. Su padre, que trabajaba en el periódico local, un día llegó a su casa y contó a la familia la historia de un tal Ted Bundy, cierto joven aparentemente encantador, inteligente y de aspecto sano, que había asaltado y asesinado a unas treinta mujeres. En la revista New Yorker, John Seabrook reprodujo las palabras de Kiehl: “Aquel era un tipo que había crecido en esta misma calle. Yo dije que quería comprender por qué las personas hacen cosas malas, por qué alguien podía ser como Ted Bundy, quería estudiar el cerebro”.
La psicopatía se caracteriza por un vacío moral; una incapacidad para experimentar empatía o remordimiento. Pero la idea de vivir en un mundo donde no haya sentimiento de culpa es horrible. Que alguien pueda cometer el crimen más atroz y no sentir algún remordimiento es aterrador.
De lo que sí estamos seguros es que Dios salva a sus hijos de todas estas manifestaciones, y también de la angustia y el temor que puedan sentir ante todos los psicópatas que rondan las calles de las ciudades y los campos de este mundo. Vivir en Cristo es tener paz ahora y para siempre. No comiences el día sin encomendarte a él.
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