febrero 06, 2015

“Una sonrisa salvó mi vida” | Matutina para Mujeres

leto32

El corazón alegre hermosea el rostro. Proverbios 15:13.
Antoine de Saint-Exupéry, autor de El principito, escribió una historia basada en una supuesta experiencia personal, que tituló “La sonrisa”. Narra que durante la Guerra Civil de España, en la que combatió contra el General Franco, fue capturado y apresado, y se dispuso su ejecución para el día siguiente.
Este es su testimonio: Estaba seguro de que iba a morir. Me sentía terriblemente nervioso, angustiado. Hurgué mis bolsillos en busca de algún cigarrillo que hubiera escapado al cateo. Encontré uno y difícilmente pude ponerlo en los labios, debido a que me temblaban las manos. Pero no tenía fósforos, pues me los habían quitado. Miré al guardia a través de los barrotes de la celda.
El no hizo ningún contacto visual conmigo. Después de todo, tú no miras a una cosa, a un cadáver. Le hablé: “¿Tiene un fósforo, por favor?” Me miró, se encogió de hombros, pero se acercó para encender mi cigarrillo.
Mientras prendía el fósforo, inadvertidamente su mirada se encontró con la mía. Y le sonreí. No sé por qué, pero lo hice. Quizás por los nervios; quizá fue porque cuando estás cerca de otra persona es difícil no sonreír… Sé que él no quería, pero mi sonrisa atravesó las barras de la celda y generó también una sonrisa en él… Mantuve la mía, viéndolo ahora como a una persona y no como a un carcelero. Su mirada parecía tener también una nueva dimensión para mí.
-¿Tiene hijos? -me preguntó.
-Sí, aquí están -le respondí.
Saqué mi cartera y busqué las fotografías de mi familia. El también sacó las fotografías de sus hijos, y comenzó a hablar de sus planes y esperanzas para ellos. Mis ojos se llenaron de lágrimas, pues temía que nunca vería de nuevo a mi familia. No tendría oportunidad de ver crecer a mis hijos. Las lágrimas llenaron también los ojos del guardia.
De repente, sin decir palabra, abrió la puerta de mi celda, y me sacó de ella. En silencio, sigilosamente, y por calles desoladas me sacó de la ciudad. Una vez allí, en los linderos, me liberó. Y sin emitir palabra, regresó a la ciudad.
Saint-Exupéry termina el relato con la sugestiva reflexión: “Una sonrisa salvó mi vida”.-Florencia Benech Dreher.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER 2015 Jardines DEL ALMA
Recopilado por: DIANE DE AGUIRRE
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