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“Y vio Dios todo cuanto había hecho, y era bueno en gran manera” (Génesis 1:31).
El relato de la Creación insiste en afirmar que la obra realizada por Dios era sumamente buena. El adjetivo “bueno” que tiene varios significados en el Antiguo Testamento, desde lo moralmente correcto hasta lo bello, agradable y útil, subraya particularmente en el relato que todo lo que existe es bueno porque procede de Dios y corresponde al propósito para el que fue creado, es decir, que el efecto producido por el acto creador coincide con el pensamiento y la voluntad del Creador.
Esta idea está en abierto contraste con los mitos paganos que hablan de un mundo creado por dioses caprichosos, o con la teoría de un universo errante que existe sin propósito alguno o maligno porque representa una amenaza permanente para la tierra.
Nada imperfecto ha salido de las manos de Dios. Todo lo que él hace es “bueno en gran manera”. Toda cosa, substancia y forma, apareció por la voluntad creadora, libre, providente y todopoderosa de Dios. El mundo creado no es el mejor de los mundos posibles ni el único bueno. La posibilidad de su alteración pertenece incluso a su perfección; pues sin ella no habría libertad moral.
“Cuando salió de las manos del Creador, la tierra era sumamente hermosa. La superficie presentaba un aspecto multiforme, con montañas, colinas y llanuras, entrelazadas con magníficos ríos y bellos lagos. […] El aire, limpio de impuros miasmas, era saludable. […] La hueste angélica presenció la escena con deleite, y se regocijó en las maravillosas obras de Dios. […] La creación estaba ahora completa. […]
El Edén florecía en la tierra. Adán y Eva tenían libre acceso al árbol de la vida. Ninguna mácula de pecado o sombra de muerte desfiguraba la hermosa creación. ‘Cuando alababan juntas todas las estrellas del alba y se regocijaban todos los hijos de Dios’ (Job 38:7). […] El gran Jehová había puesto los fundamentos de la tierra; había vestido a todo el mundo con un manto de belleza, y había llenado el mundo de cosas útiles para el hombre; había creado todas las maravillas de la tierra y el mar” {Patriarcas y profetas, pp. 24, 26).
Desde la Creación, todas las criaturas, tanto el diminuto insecto como el hombre, dependen diariamente para su subsistencia y bienestar de la divina Providencia.
No olvides que, cuando parece que sus bondades están lejos de tu experiencia espiritual y cuando sus misericordias te resultan difíciles de contemplar, ahí está él. Siempre poderoso para salvarte y mostrarte sus maravillas.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2015 Pero hay un DIOS en los cielos…
Por: Carlos Puyol Buil
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