febrero 24, 2015

Un sacrificio que nos compromete | Matutina para Jóvenes

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Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto… Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores… Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Isaías 53:3-6.
¿Fue Jesús una víctima impotente del martirio? Los evangelios revelan que en más de una ocasión, cuando todavía no había llegado “su hora”, Jesús demostró su poder para librarse de peligros, incluso de quienes querían destruirlo (ver Luc. 4:29, 30). Cuando la turba de soldados y sacerdotes fue a buscarlo a Getsemaní, él les dio una demostración de que, si lo hubiese querido, podría haberse librado de sus garras (ver Juan 18:6).
El tenía poder para librarse, si lo hubiese deseado. Pero, por amor a nosotros, decidió soportar indecibles dolores, porque la intensidad con que nos amó fue más fuerte que la tortura del sufrimiento que padeció.
Quizá nunca entendamos del todo por qué tuvo que morir Jesús, pero nuestro texto bíblico de reflexión para hoy, una profecía mesiánica, nos revela que él murió en nuestro lugar.
Los sufrimientos de Jesús no implicaron solo el dolor físico a causa de la crucifixión; hay algo milagroso y misterioso en la muerte de Jesús: él sufrió por la carga abrumadora de las culpas y las miserias de todos los seres humanos, que se agolparon y acumularon sucesivamente sobre sus hombros, con la indecible sensación de condenación y angustia que eso implica, por haberse hecho responsable de nuestros pecados.
¿Qué fuerza puede sostener a alguien que es capaz de librarse de tanto sufrimiento para seguir adelante con su misión? La única fuerza que sostuvo a Jesús para padecer voluntariamente las torturas de la Pasión fue su profundísimo amor por nosotros, su deseo inmenso de vemos salvos y felices para siempre en ese mundo mejor que él ha ido a preparar. Fue el gozo anticipado de vernos redimidos y eternamente dichosos en su reino celestial. Es la fuerza del amor.
DEVOCIÓN MATUTINA JÓVENES 2015 EL TESORO ESCONDIDO
Un encuentro con Dios en tu juventud Por: Pablo M. Claverie
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