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Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá; y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra. Génesis 3:17-19.
El mundo en que vivimos se encuentra regido por leyes de causa y efecto: a cada causa le sigue un efecto correspondiente. Muchas personas, al leer el texto bíblico de reflexión para hoy, se sienten resentidas con Dios por la “maldición” que Dios pronunciara contra el hombre luego de que este pecara.
Pero hay dos formas de interpretar esta maldición: una es considerarla como PRESCRIPTIVA; es decir, Dios, voluntariamente, decide causar sufrimiento al hombre como castigo por su pecado. Es la imagen de un Dios herido en su narcisismo, que no puede tolerar la frustración de que se desobedezca su voluntad y, entonces, lleno de ira y odio contra el hombre, obtiene satisfacción para su amor propio herido al vengarse del ser humano provocándole dolor.
Sin embargo, otra forma de ver esta maldición es considerarla como DESCRIPTIVA; es decir, Dios, con dolor, le está anunciando al hombre las CONSECUENCIAS de su pecado, el sufrimiento que sigue al hecho de separarse de Dios y de romper la armonía con su voluntad.
Como consecuencia del pecado del hombre, toda la naturaleza se vio afectada, y no solo el ser humano, aun cuando no podemos definir de qué forma, a través de qué mecanismos y procesos, el pecado puede afectar el mundo en que vivimos.
Lejos del nivel de vida superior que nos promete Satanás por independizarnos de Dios, lo que obtenemos cuando seguimos el proyecto de autonomía y rebelión satánico es el dolor y la muerte, como efecto natural del pecado. Pero Dios desea tu felicidad y restaurar todo lo que por la rebelión se ha perdido:
“Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados… Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte” (1 Cor. 15:21, 22, 26).
DEVOCIÓN MATUTINA JÓVENES 2015 EL TESORO ESCONDIDO
Un encuentro con Dios en tu juventud Por: Pablo M. Claverie
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