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“Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí. Yo, pues, lo dedico también a Jehová.; todos los días que viva, será de Jehová […]”
1 Samuel 1:27, 28.
“¡No está en nuestros planes tener niños!” respondí con seguridad a quienes me preguntaban por qué llevábamos tantos años de casados sin hijos. Antes casarnos, habíamos acordado no tener niños a causa de mis problemas cardíacos.
El tiempo pasó y la necesidad de ser madre empezó a crecer en mí; primero de forma tímida, luego se hizo imperiosa. Volvimos a charlar sobre el tema con mi esposo. Él no quería que arriesgara mi vida, pero entendía mis sentimientos. Así que, después de convencerlo, decidimos intentarlo.
Fueron dos años de arduos exámenes y dolorosos tratamientos, incluida una operación. Lo único que nos mantuvo en pie fueron las oraciones de nuestros familiares y amigos cercanos y lejanos. Atravesar por ese constante ciclo de expectativa para luego enfrentarse a un resultado negativo era frustrante y agotador. Llegué a pensar en la posibilidad de la adopción, pero luego de enterarme del tiempo y el papeleo que necesitaba, desistí.
Llegué a la conclusión de que no era la voluntad de Dios que me convirtiera en madre, así que me resigné.
Después de haber hecho todo lo humanamente posible, decidí continuar con mi vida. Pasaron dos meses, hasta que una nueva sospecha me llevó a hacer una prueba casera. Mis piernas temblaban cuando vi que el resultado era ¡positivo! Había pasado tantas veces por ese momento que no podía creer lo que estaba viendo y me parecía un sueño. ¡Quería gritarlo a todo el mundo!
Como mi esposo no quería generar tanta expectativa, me propuso hacerme al día siguiente un examen de sangre para confirmar el resultado.
¡Es inexplicable la emoción que me inundó cuando vi el resultado positivo!
¡El Señor había respondido! Parecía que eran mías las palabras del profeta: “Regocíjate, oh estéril, la que no daba a luz; levanta canción y da voces de júbilo, la que nunca estuvo de parto [...]” (Isa. 54:1).
Hoy, al verme reflejada en los inquietos ojos de mi pequeña, no puedo menos que alabar a mi Creador por su amor y cuidado. ¡Cuando realmente dejé mi problema en sus manos, él lo resolvió!
Delmans M. Rodríguez Cruz de Llusco, B Olivia
MATUTINA PARA LA MUJER 2014 “DE MUJER A MUJER”
by: Pilar Calle de Henger, Imagen by: v3wall
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