La verdad de los elegidos
“A cualquiera, pues, que me oye estas palabras y las pone en práctica, lo compararé a un hombre prudente que edificó su casa sobre la roca. Descendió la lluvia, vinieron ríos, soplaron vientos y golpearon contra aquella casa; pero no cayó, porque estaba cimentada sobre la roca. Pero a cualquiera que me oye estas palabras y no las practica, lo compararé a un hombre insensato que edificó su casa sobre la arena”. Mateo 7:24-26
JESÚS CONTÓ UNA PARÁBOLA que me atrevo a decir que te la sabes de memoria… No porque sepas recitarla, sino porque aún la puedes cantar. Sigue la letra: “El hombre prudente en la roca edificó… Vino luego un ciclón. La lluvia cae y se agita el mar… y la casa no cayó”. Y la tercera y la cuarta estrofas eran como las dos anteriores, pero diferentes. Era una parábola muy corta, pero contenía una verdad muy nítida: Los únicos que quedarán en pie en la tempestad final son los que, a la vez, oigan y obedezcan la Palabra de Dios.
Se avecina una tempestad en todo este planeta. Tendrías que ser Rip Van Winkle para no saberlo. Y, a millones (¿o es miles de millones?), hombres, mujeres y adultos jóvenes irreflexivos construyen y se apuestan su futuro sobre arenas movedizas. Un agente inmobiliario demoníaco les ha vendido el oro y el moro, convenciéndolos de que una parcela de arena movediza cenagosa es el paraje más hermoso de la tierra en el que construir su vida. Pobres insensatos, por citar al Maestro.
¿Por qué? Porque los únicos que sobrevivirán a la tempestad final serán los que construyeron su vida sobre la roca de la Palabra de Dios. “Solo los que hayan estudiado diligentemente las Escrituras y hayan recibido el amor de la verdad en sus corazones serán protegidos de los poderosos engaños que cautivarán al mundo. Merced al testimonio bíblico descubrirán al engañador bajo su disfraz.
El tiempo de prueba llegará para todos. Por medio de la criba de la tentación se reconocerá a los verdaderos cristianos. ¿Se sienten los hijos de Dios actualmente bastante firmes en la Palabra divina para no ceder al testimonio de sus sentidos? ¿Se atendrán ellos en semejante crisis a la Biblia y a la Biblia sola?” (El conflicto de los siglos, cap. 40, p. 609; la cursiva es nuestra).
Por eso, permíteme que te extienda un ferviente llamamiento ahora mismo. Se avecina una tempestad, de verdad. Y, ciertamente, ya va siendo hora de que los elegidos elijamos “a la Biblia y a la Biblia sola” como fundamento único. Por supuesto, no es que la Biblia sea nuestra roca.
Sin embargo, ningún otro libro de la tierra puede ahondar nuestros cimientos en la Roca, Jesucristo. Ha llegado el momento para que los elegidos reivindiquemos nuestro destino como pueblo del Libro. Ahondando con Cristo, elijamos la Roca, no la arena; la sabiduría, no la insensatez; y la vida, no la muerte. “Roca de la eternidad, fuiste abierta para mí; sé mi escondedero fiel”.
ELEGIDOS
El sueño de Dios para ti
Por: Dwight K. Nelson
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