Ustedes son la sal de este mundo. Mateo 5:13
Por supuesto, durante las vacaciones, Wilberforce y Milner hablaron de política, historia, ciencia, religión… ¿Religión? Un eminente científico y un influyente miembro del Parlamento inglés, ¿hablando de religión? Wilberforce se crio escuchando sermones de George Whitefield, John Wesley y John Newton. De joven su vida había sido moldeada por los principios bíblicos, pero cuando su abuelo se enteró de que Wilberforce se estaba tomando muy en serio el cristianismo, lo amenazó con desheredarlo.
Eso hizo que Wilberforce se alejara de la iglesia y, como dice uno de sus biógrafos, Eric Metaxas, “bebiera de las aguas culturalmente aceptables de la indiferencia y el escepticismo hacia todo aquel que se tomase la fe cristiana en serio” (Siete hombres y el secreto de su grandeza, p. 39).
Sin embargo, su amigo, Wilner, tenía una actitud totalmente distinta. Aunque era considerado el más célebre científico inglés de su tiempo, siempre fue un apasionado creyente en Dios y en su Palabra. Sus conocimientos matemáticos afianzaron en él la certeza de la frase galeliana: “Las matemáticas son el alfabeto con el cual Dios ha escrito el universo”. Nunca dudó del relato bíblico de la Creación. Creyó en la salvación por medio de Cristo; e hizo del Señor la fuente de su conocimiento.
Uno podría preguntarse: ¿Qué hace un creyente vacacionando con un escéptico? Milner pudo haber razonado: “Yo soy cristiano. Todos sabemos que la vida de Wilberforce es un completo desastre; creo que no daría un buen testimonio si la gente me viera viajando con él”. Pero Milner sabía que él era “la sal de la tierra”.
Si la vida de Wilberforce había perdido sabor; como cristiano, Milner tenía el sagrado deber de ayudarlo. Y eso fue lo que hizo. Aprovechó las vacaciones para hablarle a Wilberforce del amor de Dios. Alfinal del viaje, el político quedó convencido de que “el Dios de la Biblia existía, de que Jesús fue un personaje histórico real y de que era el Mesías prometido, y de que las Escrituras no eran viejos cuentos tontos, sino la verdad misma” (ibíd., p. 44).
El científico cumplió su labor, porque “cualquiera que hace volver al pecador de su mal camino, lo salva de la muerte y hace que muchos pecados sean perdonados” (Santiago 5:20). Isaac Milner fue un compañero de salvación para Wilberforce. ¿Eres tú un compañero o una compañera así?
“Visita mi Muro, 366 Mensajes que Inspiran”
Por: J. Vladimir Polanco
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