“Siguió firme en su camino porque tenía los ojos puestos en el Invisible” (Hebreos 11:27, NTV).
Cuenta la historia que en un lugar muy cerca de tu casa vivía un príncipe que padecía una grave deformación física: era jorobado. Para que te hagas una idea, su corcova era muy parecida a la de Quasimodo, el famoso jorobado de Notre Dame. Un día su padre, el rey, le preguntó a nuestro protagonista: “Hijo, ¿qué quieres de regalo de cumpleaños?” Los ojos del joven se iluminaron, con mucho esfuerzo se enderezó y, completamente erguido, le respondió: “Quiero una estatua de mí mismo; pero sin joroba”.
Como era de esperarse, el rey encomendó la labor al mejor escultor del reino. Al cabo de unos meses se colocó la esbelta estatua en el jardín privado del príncipe. Cada mañana el joven fijaba sus ojos en la escultura, y se esforzaba por parecerse a ella; día tras día estiraba su espalda. Su meta era llegar a tener un porte tan regio como la estatua. Con el paso del tiempo la gente del pueblo comenzó a decir: “¿Han notado que la espalda del príncipe se ha ido enderezando?” “Es cierto, ya no está tan jorobado como antes”.
¿Sabes qué hizo el joven cuando supo de estos comentarios? Redobló sus esfuerzos. ¡Y un día ocurrió el milagro! El príncipe heredero se puso de pie, se enderezó, se estiró, y notó que ya era tan esbelto como la hermosa estatua del jardín. Al contemplar la imagen, el jorobado se había ido transformando.
Tú eres un príncipe del Rey celestial. Sin embargo, ¿te has sentido avergonzado por tus defectos y faltas espirituales? ¿Sientes el pecado como una joroba sobre tus espaldas? Entonces tengo buenas noticias para ti: no te desanimes, fija tu mirada en Jesús, pues el Espíritu Santo, cual divino artista, realizará una obra que transformará tu vida.
¿Recuerdas la experiencia de Moisés? El, a pesar de todas sus imperfecciones y fracasos, “siguió firme en su camino porque tenía los ojos puestos en el Invisible” (Hebreos 11:27, NTV). Pablo agrega que al contemplar a Cristo “vamos transformándonos en su imagen misma” (2 Corintios 3:18) hasta que adquiramos “la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:13, RV95).
Al iniciar este nuevo día recuerda que si dejas de concentrarte en tus defectos y comienzas a fijar tu mirada en Jesús, la gente empezará a decir: “Miren, ese joven se parece a su Señor”.
#MiraaCristo
#VISITAMIMURO
Por: J. Vladimir Polanco
0 comentarios:
Publicar un comentario