La esperanza de los elegidos
“Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros”. Juan 17:11
ESTABA YO UNA NOCHE de miércoles en nuestro servicio Casa de Oración considerando la tarjeta de oración entregada a la puerta cuando de repente caí en la cuenta de que, en el idioma inglés, la palabra community, “comunidad”, combina los sonidos de otras dos palabras inglesas: come, “venir”, y unity, “unidad”. Cuanto más pensaba en ello, más apropiado me parecía concluir que cualquier llamamiento a la “comunidad” es, en realidad, un llamamiento a la unidad. De hecho, si quitamos la “unidad” de “comunidad”, no queda “comunidad” alguna.
Por eso es tan profunda la oración sumo sacerdotal de Jesús de Juan 17. Tenía mucho por lo que interceder ante el Padre: la seguridad de sus discípulos en el inminente arresto clandestino y el juicio ilegítimo que afrontaba, la expansión global del incipiente movimiento que dejaba detrás, la victoria de la nueva teología que reventaría las costuras del judaismo. Sin embargo, en vez de ello, cuatro veces en esa sola oración Cristo implora al Padre “que sean uno” (Juan 17:11,21-23). Nuestra unidad ocupaba un lugar preponderante en el corazón del Salvador.
¿Por qué? Considera estas palabras, escritas hace más de un siglo, centradas en nuestra “comunidad”: “La unidad en la diversidad entre los hijos de Dios, la manifestación de amor y tolerancia, a pesar de las diferencias de disposición, este es el testimonio de que Dios envió a su Hijo al mundo para salvar a los pecadores. […]
Esta unidad es para el mundo la prueba más convincente de la majestad y la virtud de Cristo, y de su poder para quitar el pecado. Los poderes de las tinieblas tienen poca ocasión contra los creyentes que se aman mutuamente como Cristo los amó, que rehúsan crear desunión y contienda, que permanecen juntos, que son bondadosos, corteses y compasivos, fomentando la fe que obra por amor y purifica el alma” (Hijos e hijas de Dios, p. 288). “En la unidad hay una vida y un poder que no pueden ser obtenidos de ninguna otra manera” (Sons and Daughters ofGod, p. 286).
¿Lo has captado? ¡Solo a través de la comunidad podemos obtener el poder vital de Cristo! Su llamamiento a la unidad es un emplazamiento a “la prueba más convincente” asequible a este mundo secular del poder del Salvador. ¿Por qué? Porque cuando personas tan diversas como tú y yo estamos unidos en comunidad por un amor radical mutuo, ¿qué podría ser más convincente que eso sobre el poder del evangelio para transformar y elevar a la humanidad caída? Por esta razón por sí sola, la comunidad no es una opción para los elegidos. Es el mandato de Cristo, su oración apasionada.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2016
ELEGIDOS
El sueño de Dios para ti
Por: Dwight K. Nelson
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