Y es necesario que el evangelio sea predicado antes a todas las naciones. Marcos 13:10.
Urías Smith (1832-1903) llegó a ser uno de los principales adventistas del séptimo día en presentar ante el mundo el mensaje de nuestra iglesia en forma impresa.
Tuvo un comienzo bastante duro. A temprana edad, le amputaron la pierna desde el muslo. Eso ya era bastante grave. Pero la operación, de 29 minutos, tuvo lugar en la mesa de la cocina de la familia… y sin anestesia. Todo lo que tenía para consolarse era la mano de su madre. La mayoría tiene muy poca idea de lo que significaba vivir en “aquellos buenos tiempos”.
La madre de Urías se hizo millerita; y al joven lo bautizó un pastor adventista, en el verano de 1844. La esperanza de octubre de 1844 lo impresionó profundamente. Pero, cuando Jesús no regresó, abandonó el adventismo y se dispuso a estudiar por su cuenta, con la intención de conseguir un buen lugar en la Tierra. Las inquietudes del advenimiento resaltadas por los adventistas retrocedían cada vez más de su visión.
A los 16 años, ingresó en la Phillips Academy, en Exeter, Nueva Hampshire, uno de los colegios secundarios más prestigiosos de su época; muchos de los “grandes” de la Nación habían pasado por sus puertas como alumnos. El ambicioso joven Urías tenía toda la intención de entrar en la Universidad de Harvard después de graduarse. Se orientaba a una carrera docente en una de las facultades más prestigiosas de la Nación; y sin duda que tenía la inteligencia necesaria para ello.
Pero, Dios tenía otros planes para el joven intelectual; y así también su madre. Hace algunas semanas, vimos que la hermana de Urías, Annie, había llegado al adventismo a través de las oraciones de su madre, de un sueño que recibieron Annie y José Bates, y de las entusiastas actividades de evangelización de Bates. Annie se unió a los sabatarios en 1852, y de allí en más el talentoso Urías también debió enfrentar la influencia de ella.
Finalmente, en septiembre de 1852, con veinte años de edad, aceptó asistir a una reunión adventista, en la que oyó a Jaime y a Elena de White explicar la razón del chasco de 1844 y la adopción del día de reposo sabático. Eso llevó a más de dos meses de estudio intensivo acerca del tema. El punto crítico llegó en diciembre de 1852, con la muerte de su padre. Al enfrentarse cara a cara con la realidad, Urías se entregó de todo corazón al Señor, quien lo usó poderosamente.
Señor, cómo luchamos contra la entrega total a ti. Ayúdame este día a entregarme íntegramente a tu causa. Úsame, Señor, para ser una bendición este mismo día.
MEDITACIONES MATINALES PARA ADULTOS 2014
”A MENOS QUE OLVIDEMOS” by: George R. Knight, Imagen by: v3wall.com
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