“Pero el Señor le dijo a Samuel; – No te dejes impresionar por su apariencia, pues yo lo he rechazado. La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón”. 1 Samuel 16:7, NVI
¿Habrá alguna mujer que no desee sentirse bella? A juzgar por la cantidad de productos de belleza que existen y salen a la venta, y la enormidad de procedimientos y técnicas para embellecer el rostro, el cabello y el cuerpo, podríamos suponer que muy pocas, si las hay.
Entonces, ¿qué es belleza?
El diccionario la define como “armonía física o artística que inspira placer y admiración”. Es la cualidad que hace que una cosa nos impresione en forma agradable no solamente a la vista, sino también al entendimiento y al espíritu. La belleza sugiere armonía, perfección, genuinidad. La verdadera hermosura, cuando es comprendida y apreciada, siempre despierta admiración y una elevada emoción, pero la belleza física sin un corazón tierno y amante es solo una “fachada”.
La Biblia registró la importancia que se le daba a la belleza en la antigüedad.
Ester fue elegida reina de Persia a causa de su belleza. Sara, la esposa de Abraham, deslumbró por su hermosura a los príncipes de Egipto y fue llevada a la casa de Faraón. Hoy se sobre valora tanto la belleza física que daría la impresión de que esa característica es la más importante y el único argumento para ser valiosa.
Sin embargo, hay otra belleza que deberíamos esforzarnos por alcanzar: “[...] el verdadero encanto de la femeneidad no se encuentra únicamente en la belleza de formas o rasgos, ni en la posesión de habilidades; sino en el espíritu humilde y tranquilo, en la paciencia, la generosidad, la bondad y la disposición para trabajar y sufrir por otros” (“Conducción del niño, p. 128). Hay una belleza que no se marchita con el paso de los años, y se encuentra en la buena voluntad, el optimismo, el amor desinteresado y el espíritu sano.
Querida amiga, una vida consagrada al servicio del Señor, y a aliviar las cargas de otros, llevará felicidad a los demás. Una mujer así, semejante a Jesús, es a los ojos de Dios mucho más grande y valiosa que solo una apariencia hermosa. Dios nos ayude para que hoy seamos “bellas” desde lo más profundo de nuestro corazón.
Nancy Gerber de Gordienko, Argentina
LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA MUJER 2014
”DE MUJER A MUJER” by: Pilar Calle de Henger, Imagen by: v3wall.com
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