mayo 18, 2014

Cuando los hijos oran por sus padres | Matutina para Mujeres

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‘He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto de vientre”. Salmo 127:3.
Parecía una mañana como cualquier otra. Mis dos pequeñas hijas de siete y ocho años habían corrido presurosas al patio de la casa de su abuela antes de realizar el devocional matutino. Así que, tras ellas, terminamos haciendo el culto allí, con la abuela y una prima.
Laurita, de ocho años, nunca había podido superar su timidez haciendo una oración en voz alta delante de otras personas; por eso, nos sorprendimos mucho cuando al término de mi oración, ella agregó sin abrir sus ojos: “Y te pido que cuides a mi papá; que no le pase nada en su trabajo. Amén”.
-Instintivamente miré mi reloj, para luego contarle a mi esposo sobre esa actitud de Laura. Faltaban quince minutos para las diez. El día transcurrió sin sobresaltos, hasta que al anochecer las vi salir corriendo, como todos los días, a recibir a su papá, quien las estrechó, como siempre lo hacía, en un fuerte abrazo a cada una, pero esta vez el abrazo fue más prolongado y otras fueron sus palabras:
-Hoy regresé vivo y sano a casa, por un milagro de Dios.
-¿Qué pasó? -preguntamos a coro su mamá y yo.
-Mientras doblaba con todas mis fuerzas una viga de hierro, el perno se rompió y fui despedido con tanta violencia, que con el golpe de mi cuerpo rompí una escalera gruesa de madera, y caí dentro de un gran pozo lleno de muchas varillas de hierro de mi altura, clavadas en forma vertical, una junto a otra. Pude haber muerto con el cuerpo ensartado por muchas varillas, pero Dios quiso que cayera de pie en el poco espacio que quedaba entre ellas, y solo tengo un pequeño raspón.
-¿A qué hora sucedió el accidente? -le pregunté.
-A las diez, exactamente -respondió-. Cuando salí del pozo, mis amigos, que esperaban encontrarme muerto, me abrazaron llorando.
Querida amiga, cada respuesta de Dios es en sí un milagro, y cada milagro nos enseña una verdad acerca de Dios y nos acerca a él. Ese día, los adultos comprendimos mejor las palabras del Salmo 127, y nuestras pequeñas hijas comprendieron la importancia y la bendición de orar unos por otros y poner a Dios en primer lugar en la familia y en la vida.
Nancy Estela Arce, Argentina

 

LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA MUJER 2014
”DE MUJER A MUJER” by: Pilar Calle de Henger, Imagen by: v3wall.com

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