“No os ha venido ninguna prueba que no sea humana. Porque fiel es Dios que no nos dejará ser tentados más de lo que podamos resistir”.
1 Corintios 10: 13
Apenas graduados partimos con nuestra bebé Vanessa Andrea recién nacida para trabajar en Asunción del Paraguay, donde tuvimos una bendecida experiencia en el ministerio. Luego nos trasladamos al interior del Paraguay, donde nació mi segunda hija, Rosana Raquel. Fue allí donde el Señor se manifestó con todo su poder.
Al visitar la primera familia del distrito, un poco cansada, me senté bajo un árbol para dar de mamar a Rosana, mientras Vanessa jugaba feliz. Pedí a mi esposo que la vigilara, pero estaba tan preocupado con la programación que fue con el dueño de casa hasta la cocina para resolver el tema del proyector de diapositivas.
No habían pasado cinco minutos cuando oí el grito aterrador de Vanessa.
Salí corriendo y la escena que vi fue desgarradora. Mi hijita se había quemado. Tenía la piel de las manos colgando y las sacudía tratando de sacársela. Zapateaba porque en la cabeza tenía verduras, fideos y grasa de una sopa que estaba hirviendo. Se quemó el rostro, las orejas y el pecho.
Había volcado una olla que contenía el almuerzo de la familia. Lo único que yo deseaba era volver a Asunción para internar a mi hija que no paraba de llorar de dolor.
Cuando el médico la vio, quedó preocupado por la extensión de las quemaduras, especialmente de las manos. Habría que reponerle el plasma y someterla a una cirugía para retirar la piel quemada. Durante la operación tuvo dos paros cardíacos y quedó prácticamente muerta.
Angustiada, cuestioné a Dios. Yo había prometido serle fiel y ser una misionera, ¿por qué nos pasaba esto? En ese momento oí claramente la voz de Dios que me respondió con el texto de 1 Corintios 10:13. Me sentí aliviada y consolada. Vanessa salió del peligro. Fueron momentos difíciles, pero Dios cumplió su promesa. En pocos meses se recuperó por completo.
Hoy Vanessa no tiene cicatrices y utiliza esas manos que un día estuvieron tan quemadas para recuperar pacientes como fisioterapeuta y para alabar al Señor como pianista. Dios jamás nos dará una prueba mayor de lo que podamos soportar.
Nancy Raquel Wabeke de dos Santos, Bolivia
LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA MUJER 2014
”DE MUJER A MUJER” by: Pilar Calle de Henger, Imagen by: v3wall.com
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