mayo 15, 2011

EN EL SANTUARIO DE SUS ALAS

3787694496_30e216d616_z O Hec Ochoa (flickr)

“Yo habitaré en tu tabernáculo para siempre; estaré seguro bajo la cubierta de tus alas{Sal. 61:4.

Algunas águilas tienen grandes alas, bajo las cuales pueden proteger a sus pichones. La misericordia de Dios, como las alas del águila, abriga a quienes abandonan sus pecados, no importa cuán profundamente hayan caído. Nuestro pecado puede ser borrado, pero las consecuencias del pecado a menudo no pueden ser eliminadas. David experimentó la realidad de esta verdad, con la muerte de tres de sus hijos y la violación de su hija Tamar por su medio hermano, Amnón.

¿Qué buscó David a la sombra de las alas de Dios? ¿De qué nos ofrecen cubrirnos? (Sal. 17:8; 36:7; 57:1.)

8 Guárdame como a la niña de tus ojos;[a]
    escóndeme bajo la sombra de tus alas,
[b 

7 ¡Cuán preciosa, Dios, es tu misericordia!
    ¡Por eso los hijos de los hombres
    se amparan bajo la sombra de tus alas!
[a 

1 Ten piedad de mí, Dios,
    conforme a tu misericordia;
    conforme a la multitud de tus piedades
    borra mis rebeliones.
   {Sal. 17:8; 36:7; 57:1.

Bajo las alas de Dios se encuentran la misericordia, la longanimidad y un abrigo. Las águilas amplifican esta verdad en una forma espectacular: un águila padre enseña a un aguilucho a volar llevándolo sobre la espalda hasta una gran altura. Luego inclina sus alas, y el aguilucho comienza a caer hacia la tierra, moviendo sus alas y dando volteretas. Antes de que el aguilucho llegue al suelo, el águila padre se pone debajo del aguilucho y lo toma sobre sus alas, llevándolo de nuevo al nido. No importa cuánto caigamos, Dios vuela más rápido que nuestra caída. Él usa nuestra caída para enseñarnos a volar. Como David, si nos arrepentimos, estaremos más cerca de Dios después de que él nos tome que antes de caer.

Tal vez este conocimiento del vuelo de las águilas haya inspirado a David acerca de las alas protectoras de Dios en el Salmo 61. Es probable que lo haya compuesto en el exilio, cuando Absalón usurpó el trono. Declara confianza en la misericordia protectora de Dios, refiriéndose tal vez al Propiciatorio, en el Santuario. Aquí estaba el Arca del Pacto de Dios con su pueblo, con sus querubines protectores, cuyas alas extendidas protegen la Ley, la transcripción del carácter del Dios de amor. David pudo haber estado expresando el deseo de morar, por fe, con Dios en su Santuario; su alma vestida con la luz transformadora de ese amor.

Tal vez ahora, aunque hayas dedicado tu vida de nuevo a Dios, estás sufriendo las consecuencias del pecado: separación, malestares físicos, dolor emocional. ¿Qué esperanza de sanidad ofrece el abrigo de las alas de Dios?

Con el perdón, David comprendió cuan precioso es el amor de Dios. “Tan inmenso es su amor por los que lo honran como inmenso es el cielo sobre la tierra. Nuestros pecados ha alejado de nosotros, como ha alejado del oriente el occidente”. - Salmos 103:11-12 – DHH.

Él comprendió también que, como pecador justificado por gracia, él recibe el cuidado como si fuese la niña de los ojos de Dios. (Salmos 17:8)
Seguramente el mayor y más importante mensaje de Dios para el hombre es la revelación de Sí mismo como el manantial de la gracia.

¡Gloriosa realidad! La dádiva de la gracia que comunicaba bienestar y seguridad al psiquis del hombre en el ambiente sin pecado, continúa siendo ofrecida por Dios para el hombre pecador en un mundo conturbado por las acciones del diablo, mediante la aceptación de Jesús como Salvador y Señor. En Él está concretizada la gracia. Es en esta decisión que la mayoría de la humanidad tropieza y falla.

El pecado obliteró la imagen y la semejanza con Dios, rompió las relaciones de la intimidad directa, cara a cara, más no separó al hombre del manantial de la gracia. El Plan de Dios para que el hombre viva feliz no sufrió alteración, aún en la fase de pecado, el plan de Dios mediante su gracia continúa inalterado aún para disfrutar vida abundante y alegría tras bordante.

Tomado: de la Guia de Estudio, Esc.Sabatica

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