noviembre 18, 2016

La meta de William | Matutina para Jóvenes 2016

Bible

“Por causa del evangelio soporto sufrimientos, incluso el estar encadenado como un criminal; pero la palabra de Dios no está encadenada” (2 Timoteo 2:9).

“Si Dios me lo permite, algún día haré posible que un joven que maneja el arado en Inglaterra, sepa más de la Escritura que el papa mismo”. Esa fue la meta que se propuso William Tyndale en una época cuando la Palabra de Dios nada más podía ser leída por los miembros de la élite sacerdotal y los integrantes de la nobleza que podían pagar una pequeña fortuna por adquirir el ejemplar de un libro.
Tras haber leído el Nuevo Testamento Griego de Erasmo, William se dio cuenta de la radical diferencia que había entre las verdaderas enseñanzas bíblicas y lo que él mismo había aprendido como sacerdote católico. La única manera de remediar esa situación era poniendo la Palabra de Dios al alcance de la gente común. Ilusionado con el proyecto, William se entrevistó con el obispo. Con mucha elocuencia le planteó al prelado la imperiosa necesidad de que las Sagradas Escrituras llegaran a cada hogar de Inglaterra.
Sin embargo, el obispo se opuso al plan y le prohibió tajantemente llevar a cabo dicha tarea. William tenía dos opciones: 1) seguir luchando por alcanzar su meta de que la Biblia llegara a todos; 2) obedecer a su superior. Por supuesto, para él era más importante que “la Palabra del Señor corra” (2 Tesalonicenses 3:1, RV95); es decir, ¡que el mensaje de salvación llegara a los ingleses en su propio idioma! Así que bajo la dirección del Espíritu de Dios se propuso seguir adelante con el proyecto.
William Tyndale abandonó Inglaterra y se trasladó a la ciudad de Worms, en Alemania. Allí completó la traducción del Nuevo Testamento al inglés, y en 1526 imprimió tres mil ejemplares. Desde entonces se desató una feroz persecución contra ese noble hijo de Dios. El 21 de mayo de 1535 fue arrestado en Bruselas y el 6 de octubre de 1536 fue ahorcado y luego su cuerpo incinerado. ¿Su delito? Proponerse que los jóvenes de habla inglesa leyeran y comprendieran la Palabra de Dios.
Hoy, cuatrocientos ochenta años después de su muerte, me pregunto: ¿Valió la pena el sacrificio de Tyndale? ¿Eres tú un joven “que enseña debidamente el mensaje de la verdad” (2 Timoteo 2:15)?

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Por: J. Vladimir Polanco

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