“Dios hablaba con Moisés cara a cara, como quien habla con un amigo” (Éxodo 33:11).
Cómo cambia el mundo! Hace tan solo doscientos años la mejor manera de comunicarse con alguien era a través de cartas, que podían tardar meses en llegar de un país a otro. Luego se inventó el teléfono, que hizo posible la comunicación instantánea. Hoy la telefonía ha evolucionado hasta la videollamada.
El primer servicio de videoconferencia vendido a las empresas provino de PictureTel Corp, en 1984; pero no fue sino hasta la década de 1990 que se hizo posible realizar llamadas de video en computadoras personales y de oficina. Hoy, en pleno siglo XXI y gracias a aplicaciones como Skype y Facetime, podemos ver a la persona con la que nos comunicamos solo con tener una conexión a Internet. Esto añade un toque más personal y facilita la comunicación, pues definitivamente no es lo mismo solo escuchar a alguien que verlo y oírlo al mismo tiempo.
Pero no importa cuánto avance la tecnología o si el próximo paso es la conversación a través de hologramas -cosa que me gustaría experimentar-, nada supera una conversación cara a cara.
Ahora bien, mucho antes de que existiera Facetime o Skype ya alguien había sostenido una videollamada, ¡y no con cualquier persona! Cuando pienso en una conversación cara a cara no puedo evitar recordar la experiencia de Moisés. El conversó con Dios “como quien habla con un amigo”. ¡Qué tremendo privilegio! Antes de que te apresures a pensar que ese fue un privilegio que solo Moisés tuvo, permíteme decirte que Jacob vio a Dios cara a cara (Génesis 32:30) y todo el pueblo de Israel también tuvo ese privilegio (Deuteronomio 5:4). Pero eso no es todo. Dios ha prometido que en la eternidad, cuando el Gran Conflicto haya terminado, lo veremos cara a cara, su nombre estará en nuestras frentes, él será nuestro Dios y nosotros seremos su pueblo (Apocalipsis 22:4).
Otra buena noticia es que no tienes que esperar a la eternidad para hablar con Dios de forma íntima y cercana. Hoy puedes hacerlo a través de la oración; y aunque quizás no puedas verlo cara a cara, sí puedes tener la seguridad de que él está ahí contigo, pues la oración nos eleva hacia Dios. ¿Ya oraste para comenzar este día?
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#VISITAMIMURO
Por: J. Vladimir Polanco
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