“El corazón alegre constituye buen remedio; mas el espíritu triste seca los huesos”. Proverbios 17:22.
A pesar de los siglos que tienen estas palabras, adquieren mucha fuerza en el tiempo en que vivimos. El estrés con que nos enfrentamos cada día nos desgasta, pero las actitudes que asumimos harán más fácil nuestra vida.
La risa puede actuar como tranquilizante. La glándula pituitaria segrega endorfinas que actúan como una droga beneficiosa. Mientras más nos reímos, más aumenta el nivel de endorfinas en el cerebro, disminuyendo la percepción del dolor. En otras palabras, nuestro cuerpo produce su propia anestesia.
En la cárcel, un lugar no apropiado para tener gozo, el apóstol Pablo, encadenado y esperando su ejecución, escribió: “Regocijaos en el Señor siempre, otra vez digo: ¡Regocijaos!” (Fil. 4:4). Con este pasaje vienen a mi mente recuerdos hermosos de mi niñez, que hoy son un bálsamo para los momentos difíciles que me toca vivir.
Mi madre, una cristiana comprometida, activa, alegre y siempre con buena disposición ante la vida, nos trasmitió alegría y una buena dosis de actitud positiva. Cuando éramos niños, mamá nos llevaba, a nosotros y a nuestros amiguitos, a un parque cercano a jugar a la pelota. Ella era una jugadora más. Dirigía la pelota con sus pies y todos corríamos detrás de ella. En la iglesia, los sábados de noche, se hacían juegos organizados y ella, siempre de buen grado, estaba lista para jugar con los jóvenes.
Aún hoy, cuando se entera de que mi esposo está muy estresado, lo llama para contarle alguna cosa graciosa. Eso hace muy bien a nuestra familia.
Ha pasado el tiempo irremediablemente; mi madre ya no puede correr, sin embargo, no ha perdido el espíritu alegre que le permitió sobrellevar una trombosis que le causó ceguera temporal, un cáncer de mama y otras situaciones adversas que debió soportar a lo largo de su vida.
Amiga, pidamos hoy en nuestra oración personal que el Señor Jesús nos proporcione una actitud positiva y alegre para honrar la vida. Más allá de las dificultades que enfrentamos, recordemos las palabras de Salomón: “Gran remedio es el corazón alegre, pero el ánimo decaído seca los huesos” (Prov. 17:22, NVI).
Liliana R. Ríos de Gauna, Argentina
LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA MUJER 2014
”DE MUJER A MUJER” by: Pilar Calle de Henger, Imagen by: v3wall.com
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