Las obras de la naturaleza pecaminosa se conocen bien: inmoralidad sexual, impureza y libertinaje; idolatría y brujería; odio, discordia, celos, arrebatos de ira, rivalidades, disensiones, sectarismos
Gálatas 5:19, 20
Saúl tuvo celos de David y quiso matarlo. Los dirigentes judíos tuvieron celos de Jesús y por eso lo mataron. ¿Por qué los principales sacerdotes, los ancianos, los fariseos y otros estaban celosos de Jesús y, más tarde, de sus discípulos?
• Tenían mucha autoridad, pero el pueblo común les tenía poco respeto. Sin embargo, a Jesús lo respetaban por causa de su ejemplo, su amor por los seres humanos y su modo de hablar.
• El deseo de aprobación de los líderes judíos repelía a las multitudes, mientras que la humilde sinceridad de Jesús y de los apóstoles atraía grandes masas.
• Los líderes religiosos no podían realizar milagros en el nombre de Dios, pero Jesús y los apóstoles daban evidencias constantes de que los poderes sobrenaturales del Omnipotente actuaban por medio de ellos.
• Aunque los principales sacerdotes conocían la ley, usaban su comprensión para beneficio propio, mientras que Jesús ofrecía una interpretación de la ley y nada hacía para beneficiarse a sí mismo.
• Jesús a menudo hacía preguntas que ellos no podían, o no querían, contestar.
• Ellos buscaban la alabanza y se aseguraban de que los vieran orar en la sinagoga u otros lugares públicos. Jesús no “se vestía” de religiosidad.
• Ellos veían la superioridad de Jesús y temían que llegara a ser rey de los judíos, con el poder que ellos anhelaban para sí mismos.
• Cuando a menudo lograban engañar a los demás con sus pretensiones de piedad, de todos modos no podían engañar a Jesús.
Los celos y la envidia aumentan proporcionalmente al éxito experimentado por los demás.
Esta es una tendencia diabólica de la naturaleza humana y todos somos propensos a seguirla.
Si tienes celos en tu corazón, recuerda que la única solución es el amor de Jesús, pues este nos capacita para amarnos unos a otros. Difícilmente podemos sentir envidia de una persona a quien amamos como a nosotros mismos. Gracias a Dios por esta magnífica solución.
Evita con todas tus fuerzas y con la ayuda de Dios las obras de nuestro cuerpo mortal y procura desarrollar más el don del amor de Cristo, que es el fruto de su Santo Espíritu.
Esta mañana te sugiero que le digas a uno de tus amigos lo mucho que lo admiras y lo bien que desempeña alguna actividad. Eso te ayudará a eliminar la mala semilla de los celos en tu corazón.
MATUTINA PARA JÓVENES ¿SABÍAS QUE…?
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