Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.
1 Tesalonicenses 5:18
Mientras el pueblo de Israel iba camino hacia la tierra prometida, se quejaba al recordar «las cebollas» de Egipto, y despreciaba el maná que Dios les suministraba diariamente. Los israelitas, en una actitud poco agradecida, habían olvidado cómo Dios los había librado de la esclavitud, del maltrato y de la opresión.
En la Biblia leemos que nos esperan tiempos difíciles. Asimismo, Pablo describe a la generación de los últimos días diciendo que serán blasfemos, crueles, impíos y amadores de los placeres más que de Dios. En esa lista de adjetivos que caracterizan a las personas que estarán vivas en los últimos días encontramos también a los ingratos.
Querida amiga, esforcémonos por no ser incluidas en ese listado. Cultivemos de manera constante un espíritu de gratitud. Agradezcamos a Dios cada día por:
- La muerte de Cristo (Rom. 5:8).
- La gracia redentora de Dios (Efe. 2:8-9).
- El Espíritu Santo, que nos ayuda en nuestra debilidad (Rom. 8:26).
- El acceso pleno al trono de la gracia (Heb. 4:15-16).
- Aquellos que nos enseñan la Palabra (Heb. 13:7).
- La familia, así como por nuestros hermanos y amigos.
Cada una de nosotras debe aprender a decir «gracias», una palabra mágica que nos permitirá impactar a nuestro pequeño mundo.
«Nada tiende más a fomentar la salud del cuerpo y del alma que un espíritu de agradecimiento y alabanza. Resistir a la melancolía, a los pensamientos y sentimientos de descontento, es un deber tan positivo como el de orar. Si somos destinados para el cielo, ¿cómo podemos portarnos como un séquito de plañideras, gimiendo y lamentándonos a lo largo de todo el camino que conduce a la casa de nuestro Padre?» (El ministerio de curación, p. 194).
Una mujer agradecida a Dios es una mujer que lo conoce y que se acepta a sí misma tal como es. Es una mujer que ora, ama, perdona y sirve.
Señor, hoy deseo caminar contigo. Ayúdame a ser una persona agradecida por lo que me das y también por lo que en tu sabiduría no me concedes.
[Matutina para la mujer “Una cita especial”]
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