noviembre 09, 2012

LOS GRANITOS DE ARENA}.. Reflexión

Beach_and_Sea_of_Hawaii_JY105_350ANo os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué  beberemos, o qué vestiremos?  Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.  Mas buscad primeramente el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas.  Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán y basta a cada día su propio mal

Mateo 6: 31-36

Uno de los males más generalizados es la ansiedad: la preocupación casi obsesiva respecto al futuro.  El hombre moderno no sólo enfrenta los problemas del presente, sino que en forma escéptica carga sobre sus espaldas la infructuosa inquietud sobre el mañana.  Esa actitud, además de robar la paz, socava las energías para seguir adelante.

Se relata el caso de una persona que había realizado un extenso viaje y que durante el mismo había recorrido una enorme distancia a pie.  Atravesó así ríos, montañas y bosques.  Al preguntársele a su regreso qué era lo que más le había molestado de la travesía, contestó: “Los granitos de arena que se metían en mis zapatos”.  Muchas veces permitimos que la arenilla de la desazón y el pesimismo se filtren en nuestra vida cotidiana, al extremo que resulta muy doloroso el avanzar.

Debemos aligerar nuestra marcha y eliminar aquellas cargas que aplastan nuestro ser y traban nuestro recorrido de la vida.  La alegría y la confianza deben entronizarse en nuestro corazón.  Para que eso sea una realidad, necesitamos aprender la enseñanza magistral que Jesús impartió en el sermón de la montaña. 

Al contemplar a la multitud cargada de ansiedades e inquietudes, de incertidumbre y desazón, Jesús le dijo: “No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?  Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.  Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.  Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán y basta a cada día su propio mal” (S. Mateo 6: 31-36).

La lección de confianza y optimismo que se halla en estas palabras es de valor imperecedero. ¿Por qué afanarse? –pregunta Jesús. ¿Qué ganamos con ello? ¿Por qué habremos de correr ansiosamente tras el vestido, el pan y la bebida, olvidándonos que tenemos un Dios en los cielos que vela por nuestro bienestar?  Él es nuestro Padre eterno que conoce el fin desde el principio y, por lo tanto, tenemos el privilegio de depositar nuestras vidas en sus manos.

Frank González

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