El nivel de malnutrición entre los niños que huyen de la sequía en Somalia podría conducir a una "tragedia humana de proporciones inimaginables", señaló el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Antonio Guterres.
7.6.11
Más de diez millones de personas que viven en países del Cuerno de África necesitan ayuda humanitaria desesperadamente debido a los efectos de la sequía, el aumento de los precios de los alimentos y los conflictos armados, según ha informado el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
Entre las personas que se encuentran en una situación de especial indefensión figuran unos dos millones de niños menores de cinco años en Somalia, Kenia, Etiopía y Yibuti. El asesor regional de UNICEF para emergencias en el este y el sur de África, Robert McCarthy, ha dicho en un comunicado emitido este martes que esta región "ha sufrido muchas crisis, pero la actual puede ser la peor desde hace varias décadas".
"Es improbable que a corto plazo se produzcan mejoras", ha reconocido. "Se prevé que la próxima cosecha en las zonas más afectadas sea mala y no hay signos de que el conflicto somalí vaya a terminar. Al mismo tiempo, los altos precios de los alimentos aumentan cada día la presión sobre todos, y especialmente sobre los más pobres. Como suele ocurrir, los niños, en particular los somalíes, sufren en silencio y pagan el precio más alto", ha explicado.
La ONG Intermón Oxfam también ha alertado de la grave situación que se vive en el Cuerno de África. Su portavoz Francisco Yermo ha aseverado que "en algunas partes de Somalia, centenares de personas ya han muerto por enfermedades relacionadas con la sequía". "La gente ha perdido prácticamente todo y la crisis va a empeorar en los próximos meses. En algunas áreas, la próxima temporada de lluvias no se espera hasta octubre", ha agregado.
Como consecuencia de la sequía y la guerra en Somalia, una gran cantidad de refugiados han salido de este país y han entrado en Kenia y Etiopía en los últimos meses. Más de 10.000 somalíes llegan cada semana a los campos de refugiados de Dabaab (en el este de Kenia) después de haber caminado durante varios días por tierras secas. Su estado de salud es precario y la tasa de malnutrición entre los niños es "alarmantemente alta", según UNICEF.
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