Como les he dicho a menudo, y ahora lo repito hasta con lágrimas, muchos se comportan como enemigos de la cruz de Cristo
Filipenses 3:18
Una especie de hilo negro une a todos los disidentes. Son muy críticos con la iglesia, con sus creencias y con sus dirigentes. Son «acusadores de los hermanos». Si las energías que invierten en destruir almas la dedicaran a salvarlas, ¡qué iglesia más amable, bondadosa y unida tendríamos! Como dice Leo R. Van Dolson, ¡cuánto más eficaz sería nuestro testimonio para los que buscan el amor de Cristo!
En su artículo «Keepers of the Springs» [Guardianes de las fuentes], el pastor Cyril Miller lo describió así: «Hoy, la Iglesia Adventista se enfrenta a un dilema. Está en conflicto consigo misma. Constantemente surgen ataques contra los dirigentes que ha elegido, contra su estructura administrativa, contra sus disposiciones doctrinales, contra su conducción profética, contra su misión evangelizadora y contra su sistema de financiación. La atacan a la vez la izquierda liberal y la derecha radical [...].
«Pareciera que los extremistas de derecha quisieran reformar la iglesia (y es verdad que necesita reforma), mientras los extremistas de la izquierda quieren liberarla ( y necesita algo de liberación también). Por desgracia, los liberales de izquierda contemplan a los extremistas de la derecha y llegan a la conclusión de que la mayor parte del cuerpo de la iglesia es legalista, tradicionalista, y carece de una fe progresista. Por otro lado, los radicales de derecha, al observar a los radicales de la extrema izquierda, consideran que la mayor parte del cuerpo de la iglesia está constituido por mundanos, que se han apartado de la fe [...].
»Es verdad que uno puede ser adventista e inclinarse todavía un poquito a la izquierda o la derecha. Tal vez la mayoría de nosotros se inclina de una manera u otra. Pero cuando se va muy lejos, se traspasa un límite y se deja de ser adventista. Muchos que así actúan terminan en una total oposición a la iglesia y se preguntan por qué».
Cristo es la cabeza de la iglesia. Como tal, es responsable de poner y quitar a los dirigentes de la iglesia. Por lo tanto, deberíamos tener temor de atacar y criticar a los dirigentes. Cuando atacamos a la iglesia y a sus líderes, atacamos aquello que el Señor dijo era el objeto de su suprema consideración. Cuando atacamos a los dirigentes, también atacamos a Aquel que es la cabeza de la iglesia. Lo mejor es promover el cumplimiento de la misión de predicar el evangelio en este mundo.
[Matutina para jóvenes ¿Sabías que..?]
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