octubre 02, 2012

¿Quién te enseñó que estabas desnudo? }.. Génesis 3: 11

The%20last%20bond

¿Hemos escuchado alguna vez una “voz” inaudible?  Nos referimos a la voz de Dios que susurra en la intimidad de nuestra alma, siempre llena de amor, pero en cierto modo, inquietante.  Esa discreta pero insistente voz celestial explora nuestros pensamientos con el fin de recordarnos verdades que, muchas veces en forma inconsciente, sabemos que necesitamos comprender.  Esa voz es la que habló a Adán y Eva, nuestros primeros padres, mientras se agazapaban temerosos tras los arbustos en el Edén, el paraíso de Dios.

La pregunta que les hizo fue dolorosa: “¿Quién te enseñó que estabas desnudo?” (Génesis 3: 11).  Dios les hizo la pregunta que también nos hace hoy a nosotros: “¿Por qué te sientes tan incómodo? ¿Por qué sufres esa sensación de vacío, desnudez del alma, como si la vida fuera inútil y sin propósito? ¿Por qué estás siempre aburrido, anhelando lo que no tienes?”

El eco de estas preguntas nos persigue, a veces en medio de la noche, o cuando estamos mirando algún programa de televisión tratando de olvidar la “desnudez” de nuestra alma.  A veces nos asalta cuando estamos en la iglesia.

Y aun las personas que nunca abren la Biblia escuchan esta extraña pregunta silenciosa, día y noche, porque Jesucristo no es un cautivo de los vitrales de las grandes catedrales.  Por medio de su Vicario, el Espíritu Santo, nos habla a todos, en las palabras del sabio Salomón, diciendo: “Recibid mi enseñanza y no plata, ciencia antes que oro selecto” (Proverbios 8: 11).  Cristo es “la Luz verdadera, que alumbra a cada hombre que viene a este mundo” (S. Juan 1: 9). 

Adán y Eva quisieron esconderse de él, pero el Salvador los encontró.  Tampoco podemos nosotros ocultarnos de él.  Seguimos escuchando esa voz, porque nos ama a nosotros tanto como amaba a nuestros primeros padres.  La Biblia es el megáfono más íntegro que tiene esa voz.  No podemos equivocarnos si prestamos oídos a lo que Dios dice en su Libro, la Biblia, que nos ha sido dada precisamente para guiarnos a la vida eterna, y llenar ahora mismo nuestro corazón de felicidad.

Frank González

Share:

Related Posts:

0 comentarios: