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“Confía de todo corazón en el Señor y no en tu propia inteligencia” (Prov. 3:5).
¡SALTA! By:Patricia Navarro
Cuando mi esposo y yo éramos novios, un día me acompañó a visitar a mi tía Magaly. La casa de mi tía tenía un enorme patio de árboles frutales, y el mayor deleite de mi esposo era subirse a los árboles. Desde niño, siempre le ha gustado trepar a los árboles; Tarzán, a su lado, se queda pequeño. Aquel día, en casa de mi tía, mi esposo quiso hacerse el Tarzán. Decidió subirse al árbol, para bajarme una fruta. Y no cualquier fruta, sino la más grande del árbol. El único inconveniente era que aquella fruta estaba en una rama que colgaba hacia el patio del vecino. ¡Y adivina qué!… En el patio del vecino vivía un dóberman, que se pasaba el día ladrando. Todos le teníamos miedo.
Mi tía, mi mamá y yo nos entreteníamos conversando dentro de la casa, mientras afuera mi esposo trepaba al árbol en busca de la enorme guayaba. Cuando nosotras tres regresamos al patio, no lo vimos por ninguna parte. Lo llamamos, pero no contestó. Sabíamos que la última vez que lo habíamos visto estaba subido al árbol, por lo que mi tía miró hacia arriba, y se dio cuenta de que la rama que daba hacia el vecino estaba rota y había caído al otro lado. “Jonathan, Jonathan”, gritamos.
Pero solo había silencio. De pronto lo vimos asomándose por el muro que separaba los dos patios. ¡Pobrecito!… Nos contó que la rama se había partido cuando él intentaba alcanzar la guayaba, y que no nos había contestado porque el perro estaba dormido y no quería despertarlo. Entonces, mi esposo añadió: “Qué raro, las ramas del guayabo suelen ser muy fuertes”.
Muchas veces, cuando ponemos nuestra confianza en lo que sabemos y en nuestras capacidades, nos va mal. Por eso hemos de procurar no confiarnos tanto en nosotros mismos, sino confiar sobre todo en Jesús, porque él no falla jamás. “Confía de todo corazón en el Señor y no en tu propia inteligencia” nos dice la Biblia. Porque el Señor es el único que sabe si la “rama” se romperá o no; si realmente estamos listos para hacer algo o no; y si en verdad nos conviene o no.
Antes de tomar decisiones importantes, ora, para que Jesús te muestre si son acertadas o no.
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