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“¡Gracias por hacerme tan maravillosamente complejo! Tu fino trabajo es maravilloso, lo sé muy bien” (Salmo 139:14, NTV).
UN DÍA HISTÓRICO, By:Pablo Ale – Marcos Blanco
Actualmente, nos parece normal que el hombre no pueda competir con computadoras en una partida de ajedrez. Pero no siempre fue así. El punto de inflexión ocurrió el 10 de febrero de 1996 cuando, por primera vez, una computadora le ganó a un maestro campeón mundial de ajedrez.
Claro, no estamos hablando de cualquier computadora, sino de “Deep Blue”, la supercomputadora de IBM. Era una máquina de procesamiento paralelo masivo, capaz de calcular 100 millones de posiciones por segundo. Tampoco hablamos de cualquier ajedrecista, sino de Cary Kásparov, Gran Maestro de Ajedrez, que se había convertido en el campeón mundial más joven en 1985, y mantuvo ese título hasta el año 2000.
El ajedrez se presta para este tipo de enfrentamientos, pues su resultado depende de la cantidad de jugadas que una persona o, en este caso, una máquina, pueda anticipar. Desde 1996, las computadoras se volvieron mucho más rápidas. Actualmente, la más rápida del mundo es la Tianhe-2, supercomputadora desarrollada por la Universidad Nacional de Tecnología de Defensa de China. Tianhe-2, que significa Vía Láctea-2, puede procesar 33,86 petaFLOPS por segundo (mil billones de operaciones por segundo).
Sin embargo, con toda la tecnología existente y la asombrosa capacidad de procesamiento, los científicos no lograron que las computadoras igualaran la capacidad cerebral humana de aprender, reaccionar, pensar y crear. Ni toda la tecnología de vanguardia del mundo pudo equiparar la capacidad de interconexión de la red neuronal, de más de mil billones de conexiones, que proporciona una gran capacidad de almacenamiento. Los científicos afirman que ni la supercomputadora más rápida del mundo se acerca a la capacidad de almacenamiento del cerebro, estimada en más de 10 billones de bytes.
Y así como nos parece imposible que algo tan complejo como la supercomputadora Tianhe-2 pueda haber surgido por azar, todavía más imposible es que el cerebro humano, con toda su complejidad, haya surgido por casualidad. Dios nos diseñó a su imagen y semejanza, y por lo tanto reflejamos, a escala, su capacidad y poder.
Hoy, agradece y alaba a Dios por haberte creado de una manera tan perfecta, ¡y pon tu cerebro y todo tu ser a su servicio! MB
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