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“Más el que me oyere, habitará confiadamente y vivirá tranquilo, sin temor del mal”.
Proverbios 1:33
Quizá la sensación más maravillosa que podamos experimentar sea la de tener en nuestros brazos por primera vez a nuestros hijos recién nacidos y apoyarlos sobre nuestro pecho. No queremos que nada malo les pase y nos prometemos no separarnos nunca de ellos.
Tristemente, en este mundo nos debatimos en medio de un gran conflicto entre el bien y el mal, y aunque queramos evitarlo éste rozará nuestro hogar.
Como padres, podemos causar mucho daño a nuestros hijos si hacemos caso omiso de los consejos del Señor. Su Palabra es el único camino que hará la diferencia entre el bien y el mal. No hace falta ser alcohólicos, drogadictos, viciosos o violentos para apartar a nuestros hijos del camino de la verdad y del bien.
Solo con gritar, agredir verbalmente, señalarnos los errores entre cónyuges, vengarnos y poner a nuestros hijos en contra de uno de los padres es suficiente para desalentarlos, desanimarlos y dejarlos sin horizonte. Nos reprocharíamos toda la vida si por orgullo o desamor arruinamos la vida de aquellos que más amamos.
Es fácil abrirle las puertas a Satanás para que entre en las mentes y corazones de nuestros hijos e instale en ellos su taller más preciado donde trabajar día a día, moldeándolos a su gusto y voluntad. Como padres, tenemos una misión singular y única. Debemos conocerla a fondo y comprometernos con ella. Nunca digamos “no puedo” o “no tengo tiempo”.
Esa misión es la que nos hace realmente padres. De lo contrario, seríamos solo tutores o encargados.
Entregados a Dios podemos hacer esta obra con éxito. Si tenemos que reconocer que nos hemos equivocado, pidamos perdón ahora. El diablo no duerme para hacernos daño, pero Dios tampoco duerme para otorgarnos la paz y la sabiduría que necesitamos para conducir a nuestros hijos al trono de la gracia.
Amiga, deseo que disfrutes de edificar, ladrillo a ladrillo, esa primera iglesia que es tu hogar. Un día, el cielo se verá adornado y lleno de familias que llegaron allí para adorar y servir al Señor eternamente. Si hoy oyes al Señor “vivirás confiadamente y tranquila, sin temor del mal”.
María del Pilar Calle de Hengen, Uruguay
DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER 2014 DE MUJER A MUJER Recopilado por: Pilar Calle de Henger
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