Skip to content
“Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos”.
Salmo 40:2.
Haciendo mi culto personal vino a mi mente el pasado, ¡Cómo Dios me rescató! Económicamente estábamos bien, trabajábamos los dos. Habíamos comprado un auto y alquilábamos una linda casa. Nuestro hijo iba a una escuela privada. Aparentemente teníamos todo, pero en realidad no era así. Mi matrimonio estaba a punto de quebrarse. Mi esposo y yo no hablábamos más. En mi cabeza había comenzado a rondar la idea del divorcio.
Una mañana llamó mi esposo contándome que lo habían chocado. Él solo tenía algunos golpes menores, pero el auto estaba destrozado. A los pocos días, le comunicaron en la empresa donde trabajaba que, por ajustes, le reducirían el sueldo casi en un 25%. En pocos días nos pasaron tantas cosas que me sentí desfallecer.
Un domingo por la tarde, una voz en el teléfono preguntó por mi esposo.
Cuando cortó me dijo que había aceptado que tomáramos estudios bíblicos.
“¿¡Qué!? -respondí dando un grito-. No, yo no, los vas a tomar tú solo. A mí no me metas en eso”.
Al domingo siguiente fue a visitarnos un matrimonio; parecían dos ángeles, pero, yo no quería saber nada. Igual me quedé escuchando. Poco a poco, Jesús empezó a obrar en mí, y mi actitud cambió. La relación con mi familia mejoró. El Señor transformó nuestras vidas y nosotros, agradecidos, desde un principio le fuimos fieles.
Mi esposo renunció a su trabajo para guardar el sábado y comenzó a colportar. Al poco tiempo renuncié yo. Empezamos a asistir a la iglesia y nos bautizamos. A mi esposo lo nombraron asistente de colportaje. Con el tiempo, Dios volvió a llamarnos, esta vez para hacer la Licenciatura en Teología en la Universidad Adventista del Plata, que terminamos con mi esposo a fines de 2012, con 42 años.
Sin darme cuenta, mi vida estaba en un pozo de lodo que no me dejaba ver mi triste condición ni la verdadera realidad con Cristo. Dios “puso mis pies sobre peña” esa peña segura que es Jesús. Quizás hoy te sientas en un pozo del cual piensas que no puedes salir. Cree y confía que el único que puede sacarte es Jesús, y acepta su ayuda.
Fátima Marcela Valladares de Antúnez, Argentina.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER 2014 DE MUJER A MUJER Recopilado por: Pilar Calle de Henger
0 comentarios:
Publicar un comentario