octubre 02, 2014

Oración de gratitud | Matutina para Mujeres

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“En tu mano están mis tiempos”.
Salmo 31:15.
Muy temprano esta mañana, Dios me despertó con un toque suave. Abrí los ojos, aún estaba oscuro, me arrodillé junto a mi cama y comencé a orar. Sentí mi corazón rebosante de agradecimiento al Señor por todas y cada una de las bendiciones que me da cada día. De todas esas bendiciones, la que más llena mi alma es saber que todo el cielo está intercediendo por mi salvación.
Hace 57 años, un día como hoy, por la gracia y la misericordia divinas me convertí en la alegría del hogar de mis padres. Tengo la convicción de que desde antes de mi nacimiento mi Padre celestial tenía un plan para mi vida. Todo lo que me sucedió a lo largo de este medio siglo me ha demostrado ese plan.
Cuando pienso en mis errores, en la innumerable cantidad de veces que me equivoqué, me siento mal porque sé que mis pensamientos y sentimientos no ameritan tanto amor y cuidado. Me siento la más pequeñita de sus hijas. ¿Qué hice para recibir tanto? Nada. Solamente por su gracia. Él me ha perdonado, y me sigue perdonando una y otra vez.
Me parece oír al Señor decir: “Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (Isa. 1:18). Y le ruego que haga realidad esta promesa en mi vida. ¡Oh,  amor incondicional!, tan grande e infinito que solo mi Padre puede darme.
Me siento amada por él no porque sea buena o haya hecho algo valioso, sino porque sé que Jesús, mi Salvador, ya pagó por mis pecados en la cruz.
También le agradezco al Señor por la paz que inunda mi alma, esa paz que solo Dios puede dar. Orando, le pido que me permita hacer una promesa humana: por su gracia, trataré de no provocar tristeza al Espíritu Santo. Cada día, muy temprano, entregaré a Dios mi voluntad, mis planes y mi vida, y le pediré la gracia necesaria para ese día.
Por último, quiero agradecer a mi Padre por ser su hija, su heredera, y por la familia terrenal que me ha dado: mi esposo y mi hijo. Quiero ser un canal de bendición para los que me rodean. Deseo recibir en el cielo una corona llena de estrellas. Para esto también necesito su gracia. “Señor, en tus manos están mis tiempos”.
Elizabeth Cruz, Perú
DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER 2014 DE MUJER A MUJER
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