septiembre 28, 2014

Nos busca y nos trae a casa | Matutina para Mujeres

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“El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición”.
Malaquías4:6
Nuestra hija mayor se levantó con cara de preocupación. Tenía nueve años y comenzaba a asomarse a la adolescencia.
Le pregunté qué le pasaba y me dijo que “no tenía nada”.
Como mamá, yo sabía que algo la preocupaba, así que esperé el momento oportuno para insistir con la pregunta.
Transcurrió el día y como acostumbraba cuando se iban a la cama, pasé por las habitaciones para charlar un poquito con cada uno de mis hijos, darles un gran abrazo, un beso y orar en forma personal. Cuando me acerqué a la cama de mi niña, con carita preocupada, me dijo, sin que se lo preguntara:
“Mami, anoche soñé que estaba afuera, sola, era de noche y había una tormenta terrible. No veía nada y tenía mucho miedo. Empecé a llamarte.
Me contestabas pero no te podía ver. Entonces grité: ‘Mamá, ¿dónde estás?’
Tú me dijiste: ‘Estoy aquí, hijita’ y me tomaste de la mano. Entonces yo me agarré muy fuerte de tu brazo, y me aseguraste que aunque yo no te pudiera ver tú estabas ahí. Me pediste que no tuviera miedo y que te siguiera”.
Queriendo darle una lección sobre el amor de Dios, le dije: “Hijita, así como mamá nunca te va a dejar, tampoco el Señor te dejará. Mamá siempre va a estar para ayudarte, acompañarte y guiarte. A veces me puedo equivocar y habrá horas en las que no podré estar a tu lado, pero el Señor siempre está y estará contigo en todo tiempo y en todo lugar”. Oramos juntas y la dejé dormir.
Pasaron los años, mi niña se convirtió en mujer y vivió un pasaje oscuro de su vida. Sus decisiones la alejaron de su familia, de sus amigos y de Dios.
Se sintió muy sola. Recordando su sueño y lo que yo misma le había dicho aquella vez, la busqué, oré por ella y estuve a su lado hasta que la tormenta y la oscura noche de su vida pasaron.
Gracias a Dios retornó al Señor y volvió con su familia. Yo confiaba en la promesa “Volverá el corazón de los hijos hacia los padres”, y pude entender cuánto dolor siente el Padre cuando, obstinadamente, tomamos nuestros propios caminos. El siempre cumple su promesa y sale a buscarnos con amor y paciencia.
Rosario Perdomo de Larrosa, Uruguay

DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER 2014 DE MUJER A MUJER  Recopilado por: Pilar Calle de Henger

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