septiembre 26, 2014

A pesar de mi negligencia | Matutina para Mujeres

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“Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos”
1 Pedro 3:1.
Era de tardecita cuando golpearon la puerta de casa. Al abrirla, un muchacho nos avisó que Dan, nuestro hijo mayor,  había tenido un accidente con la moto y que una ambulancia lo había llevado al hospital. Parecía que se trataba de algo muy serio, pero no precisó detalles. Esperé que llegara mi esposo del trabajo y acudimos rápidamente al nosocomio.
Cuando llegamos no pudimos verlo, ya entraba a la sala de operaciones.
Tenía una gran herida en su pierna derecha, arriba de la rodilla. Nos entregaron algunas pertenencias de él, sus ropas estaban ensangrentadas. Allí nos enteramos de que en el momento del accidente no llevaba puesto el casco.
Nos sentamos a esperar y a orar. La cirugía tardó casi tres horas. Mientras tanto, algunos conocidos vinieron para acompañarnos.
A medida que avanzaba el tiempo la angustia crecía cada vez más en mi corazón. Aquella noche fue muy oscura y solitaria, especialmente para mí pues sentí todo el peso de la responsabilidad del accidente, porque a pesar de la advertencia de mi esposo para que no se concretara la compra de esa moto, yo la había adquirido igualmente. Me sentí como Eva después de haber comido el fruto prohibido: lejos de Adán y presa del pecado.
Había cedido a la tentación de obsequiar algo peligroso a nuestro hijo, sin el consentimiento de mi marido. La moto, que todavía no tenía seguro porque hacía poco tiempo que la teníamos, estaba a mi nombre dado que Dan era menor de edad.
A pesar de mi negligencia el Señor se hizo presente. La operación se realizó con éxito. Después de unos meses, la moto se pudo arreglar y felizmente se vendió.
Querida amiga, han pasado varios años de aquel episodio, pero desde entonces no tomo decisión alguna sin el consentimiento de mi esposo. El apóstol Pedro nos aconseja “estad sujetas a vuestros maridos” (1 Ped. 3:1).
El apóstol Pablo coincide: “Estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor” (Efe. 5:22), y “como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo” (Efe. 5:24). Siento que es consejo del Señor para que no tome sola las decisiones en mi hogar.
Cecilia Mondragón de Hengen, Argentina
DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER 2014  DE MUJER A MUJER  Recopilado por: Pilar Calle de Henger
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