diciembre 29, 2013

La esperanza bienaventurada | Matutima (A)

1440_900_20100911121908759684

Vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente.
Tito 2:12.
Se nos exhorta a vivir sobria, justa y piadosamente en este mundo actual, y a aguardar la gloriosa aparición del gran Dios y Salvador Jesucristo. Algunos han objetado mi obra, porque enseño que es nuestro deber aguardar la aparición personal de Cristo en las nubes de los cielos.
Han dicho: “Cuando escuchamos a la Sra. White referirse a la venida de Cristo, parecería que el día del Señor ya está sobre nosotros. Ella ha estado predicando sobre el mismo tema durante los últimos cuarenta años, y el Señor todavía no ha venido”. Podría hacerse una objeción idéntica a las palabras de Cristo mismo. Él dijo, por boca de su discípulo amado: “Ciertamente vengo en breve”; y Juan respondió: “Amén; sí, ven, Señor Jesús” (Apoc. 22:20).
Jesús pronunció estas palabras como un mensaje de advertencia y de aliento para su pueblo, ¿y por qué no las tendremos en cuenta? El Señor ha dicho que será el siervo fiel quien será encontrado velando y esperándolo. Fue el siervo malo quien dijo: “Mi señor tarda en venir”, y comenzó a golpear a sus consiervos, y a comer y a beber con los ebrios (ver Mat. 24:47-51).
El momento exacto de la segunda venida de Cristo no ha sido revelado. Jesús dijo: “Del día y la hora nadie sabe” (Mat. 24:36). Sin embargo, dio señales de su venida, y dijo: Cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas” (vers. 33). Les encomendó, a medida que las señales de su venida aparecieran:
“Levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca” (Luc. 21:28). En vista de estas cosas, el apóstol escribió: “Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón. Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día” (1 Tes. 5:4, 5). Puesto que no conocemos la hora de la venida de Cristo, debemos vivir sobria y piadosamente en este mundo, “aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:13).
Cristo se entregó por nosotros, para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí a un pueblo peculiar, celoso de buenas obras. Su pueblo ha de preservar sus características peculiares como sus representantes. Hay una obra que cada uno de ellos ha de hacer… El apóstol dice: “No somos de la noche ni de las tinieblas. Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios” (1 Tes. 5:5, 6) -Signs of the Times, 24 de junio de 1889; parcialmente en Reflejemos a Jesús, p. 250.
MATUTINA PARA ADULTOS “DESDE EL CORAZÓN” by: Elena G. de White, Imagem by: v3wall
Share:

Related Posts: