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El Señor es quien te cuida, el Señor es tu sombra protectora. De día el sol no te hará daño, ni la luna de noche.
Salmo 121:5-6
Estaba sentada en un espacioso sillón en el que resaltaba su menuda figura. La observé discretamente por unos instantes. De tez suave, cabello sedoso y largo, ojos color café, y de mirada profunda. Su vestimenta, impecable y bien combinada, me llevó a concluir que era una mujer hermosa. Bien dotada intelectualmente, pues ocupaba un puesto directivo en el aeropuerto de la ciudad en que vivía.
Parecía que nada le faltaba para ser feliz. Sin embargo, su voz apagada, sus manos temblorosas, y las lágrimas que asomaban a sus ojos me dieron a entender algo muy diferente. Después de una breve conversación informal, me miró fijamente y me dijo:
“Mi vida no tiene sentido. Cumplo con mis responsabilidades, frecuento a mis amigos, he viajado a muchos países… Sin embargo, hay un vacío en mi vida que no se llena con nada”. Su pregunta directa me hizo titubear: “¿Qué debo hacer para sentirme plena?”. Le dije que algunas veces, en el transcurso de mi vida, yo me habla sentido también así, y que Cristo Jesús había venido a llenar el vacío de mi corazón. Me miró sorprendida. Dibujó una sonrisa triste en sus labios, y me contestó: “Ya lo intenté, y no funcionó”.
A pesar de la tristeza que me causó aquella entrevista, comencé a experimentar una nueva alegría. Fue algo que me hizo apresurar el paso, elevar mis ojos hacia el cielo y decir con voz entrecortada: “Gracias, Jesús, porque eres el dueño de mi vida, y suples todo lo que me falta”.
Para que Cristo Jesús llene nuestra vida, es necesario que nos rindamos a él. Esta entrega significa renunciar a los deseos egoístas, deponer el orgullo, abandonar los motivos mundanos que, en apariencia, nos hacen creer que somos felices. Cuando por fin hayamos logrado eso, el Señor comenzará a actuar en nuestra existencia.
Amiga, el acto de rendir nuestras vidas no es negociable. Quienes piensen que pueden rendir sus vidas en forma parcial se equivocan. Nuestra entrega debe ser completa y total. Ojalá que el Señor ponga en tu vida el gozo de vivir en él y para él. Que en este día puedas ser una fuente de bendición para todo aquel con quien entres en contacto, ¡compartiendo con él o con ella la paz del Cielo!
MATUTINA PARA LA MUJER “ALIENTO PARA CADA DÍA” by: Erna Alvarado, Imagen by: v3wall
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