“Por cuanto en m í ha puesto su amor, yo también lo libraré; […] Me invocará, y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré. Lo saciaré de larga vida”. Salmo 91:14-16.
Llevábamos más de tres años anhelando la llegada de nuestro primer hijo. En ese tiempo nos sometimos a varios tratamientos, hasta que el médico nos dijo: “Es tiempo de que piensen en adoptar”.
¿Adoptar? ¡Queríamos un hijo propio! Esto me llevó a la depresión. Fue entonces cuando Dios me mostró en su Palabra historias de mujeres que habían pasado por una situación similar, y habían esperado mucho más tiempo que yo. Entonces, ¿por qué desesperarme? Si Dios quiere darme un hijo lo hará con tratamiento o sin él, me dije. Abandoné el tratamiento y después de dos meses Dios me dio la gracia de quedar embarazada.
En el cuarto mes de gestación se presentó un sangrado, hubo ruptura de membranas y pérdida de líquido amniótico. El médico que me trataba decidió practicar un aborto. Había esperado tanto tiempo por este bebé, ¿y ahora iba a perderlo? Fue allí, en el baño del consultorio del médico, que me arrodillé y nuevamente clamé y reclamé las promesas de Dios: “Señor, tú me diste este bebé, ¿y tú mismo me lo quitas? Yo no permitiré el aborto, pero si es tu voluntad que este niño no nazca, quítamelo naturalmente”.
Volví a casa esperando que Dios decidiera. Me acosté con la idea de que perdería a mi bebé esa noche, pero Dios me mostró nuevamente su poder: el bebé siguió vivo.
Me hicieron un nuevo estudio… solo para comprobar que la ruptura se había cerrado, el líquido amniótico se había recuperado totalmente y mi embarazo seguía normal. Dos meses después nació mi hijo.
Hoy, después de ocho años de aquel incidente, miro hacia atrás y alabo al Señor porque yo le rogaba que me diera un hijo y él me bendijo con dos milagros que llenan mi hogar de alegría.
Amiga, quizás hoy esperas un milagro en tu vida. Puede ser por salud, trabajo, familia, estudio u otra necesidad. No te desesperes ni quieras hacer las cosas a tu manera. Ve a los brazos de Jesús, ora insistentemente y espera en él con la certeza de que no te dará solo lo que pides, sino mucho más y, sin duda, lo que es mejor para ti.
Nancy Buenaño de Gavilanes, Ecuador
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ECTURAS DEVOCIONALES PARA LA MUJER 2014
”DE MUJER A MUJER” by: Pilar Calle de Henger, Imagen by: v3wall.com
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