La misión de los elegidos
“El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; a los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos”. Isaías 9:2
EN 1967 DOS INVESTIGADORES de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington -Thomas H. Holmes y Richard H. Rahe- diseñaron un instrumento denominado “escala de evaluación de reajuste social” (SRRS según sus siglas en inglés). Da puntuaciones a 43 experiencias vitales diferentes. Su premisa era que las buenas y malas circunstancias de nuestra vida pueden aumentar nuestros niveles de estrés y, así, hacernos más vulnerables a enfermedades físicas y mentales; y que algunas de nuestras experiencias vitales pueden causar suficiente estrés como para crear desequilibrio en nuestra vida, dejándonos expuestos a la posibilidad de cambios fundamentales de paradigma, no solo física sino mentalmente.
¿El estresante número uno? El fallecimiento de un hijo, seguido por la muerte del cónyuge, un divorcio, la separación matrimonial, un período de encarcelamiento, etcétera. Pero el estrés no lo crea únicamente una mala noticia. También lo hacen las buenas experiencias vitales, como el matrimonio, el embarazo o los logros personales sobresalientes. Y, dada la montaña rusa económica en la que estamos globalmente hoy, me sentí intrigado al observar que, de esas 43 experiencias vitales, 12 tienen que ver con nuestra situación económica personal.
Eso quiere decir que los tiempos de incertidumbre económica y de crisis financiera nos dejan muy expuestos a la posibilidad de experimentar una alteración fundamental de paradigma, un cambio importante en nuestra vida, el cambio mismo que el evangelio de Cristo busca en todo corazón humano. Piénsalo. En esta época de malas noticias en el mundo entero, la buena noticia es que las malas noticias, en realidad, abren a la gente como nunca antes a una receptividad a las buenas noticias, lo cual puede convertir esta época de malas noticias en ¡un tiempo de noticias verdaderamente estupendas!
Ahora que lo pienso, en esta época anterior a la Segunda Venida del Mesías, la situación no es distinta de la que existía cuando vino por primera vez, ¿no crees? Inestabilidad económica, incertidumbre política, decadencia moral, hundimiento social, conflicto racial/ étnico, conflicto religioso; pero, por otra parte, ¿no cabría esperar que el Dios del universo seleccionase el momento más oportuno y productivo para anunciar el cambio fundamental de paradigma de su evangelio eterno? Cuando la mala noticia es la peor, ¡la buena noticia es la mejor! Todo ello significa que no podría haber un momento más oportuno que hoy para orar por los perdidos. Pero no solo de orar por ellos: hoy es el momento perfecto para empezar a compartir nuestra fe con ellos de manera efectiva. ¿Cómo? Exploremos las maneras.
ELEGIDOS
El sueño de Dios para ti
Por: Dwight K. Nelson
1 comentarios:
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