“¡Dame un espíritu nuevo y fiel!(Salmo 51:10).
Un aspecto significativo del relato que te comenté ayer, es que el perdón del obispo obró un cambio permanente en la vida de Jean Valjean. Aunque donde abunda el pecado, también sobreabunda la gracia, eso no quiere decir que hemos de tomar con ligereza la misericordia divina. Jesús me perdona, y espera que ese perdón surta un efecto positivo en mi vida. La destacada autora Elena de White dice lo siguiente:
“El hecho de que haya cometido algún error no lo hace menos querido por Dios, porque cuando el creyente toma conciencia de su falta, regresa, y vuelve a fijar sus ojos en Cristo. Sabe que está en comunión con su Salvador, y cuando es reprochado por su equivocación en un asunto de juicio, no camina de mal humor quejándose de Dios, sino que transforma su error en una victoria. Aprende la lección de las enseñanzas de su Maestro, y presta más atención para no ser engañado nuevamente” (La oración, cap. 7, pp. 80, 81; la cursiva es nuestra).
Sí, nuestro Padre sabe muy bien que somos culpables, sabe que hemos fracasado, sabe que hemos errado en nuestra andadura espiritual; pero no se deleita en restregarnos nuestras faltas y delitos, sino que anhela que acudamos a él y oremos: “Purifícame con hisopo, y quedaré limpio; lávame, y quedaré más blanco que la nieve” (Salmo 51:7).
Podemos acercarnos a Jesús y hacer nuestras las palabras del epitafio de la tumba de Copérnico: “No pido las bondades que recibió Pablo. Ni tampoco la gracia concedida a Pedro. Solo te pido, con toda mi alma, el perdón que tú diste al ladrón crucificado”.
Así como el obispo perdonó a Valjean, y Jesús perdonó al ladrón, Dios está dispuesto no solo a perdonarnos, sino también a transformarnos. Solo hemos de acudir a él y reconocer nuestra verdadera condición. “El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es solo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado” (Así dijo Jesús, cap. 5, p. 176; la cursiva es nuestra).
William Shakespeare dijo una vez que “nada envalentona tanto al pecador como el perdón”. Hoy puedes sentirte valiente, porque eres un pecador y para ti Dios tiene perdón y transformación.
#PerdónQueTransforma
#VISITAMIMURO
Por: J. Vladimir Polanco
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