“Si hoy escuchan ustedes lo que Dios dice, no endurezcan su corazón” (Hebreos 4:7).
Luego de haber trabajado durante toda su vida, un malabarista decidió abandonar el oficio. Vendió todas sus posesiones, juntó sus ahorros, se compró un hermoso diamante y se embarcó de regreso a su ciudad. Mientras viajaba, se aseguró de guardar muy bien la preciada piedra.
Pero en un momento de ocio decidió enseñarle a un niño algunos de sus trucos y comenzó a hacer malabares con varias manzanas. Mientras el hombre hacía gala de sus habilidades, la gente se fue aglomerando alrededor de él. Los aplausos comenzaron a escucharse en toda la cubierta. Como la oportunidad era propicia para elevar el nivel del espectáculo, fue a su camarote, buscó el diamante y comenzó a realizar malabares con la valiosa gema. En una de esas lanzó el diamante tan lejos, que la multitud perdió el aliento; pero la joya regresó a las manos del malabarista. Fue un truco tan arriesgado, que la gente le suplicó que no lo volviera a hacer. Sin embargo, haciendo caso omiso, el hombre lanzó el diamante hacia el cielo ante la vista atónita de los espectadores y volvió a caer en sus manos. Una vez más los presentes le rogaron que ya no siguiera haciendo trucos con el diamante, que ya estaban convencidos de su impresionante talento.
¿Y qué crees? El malabarista una vez más lanzó el diamante, esta vez se elevó tanto que se perdió de vista por un instante. Cuando ya venía descendiendo, el barco realizó un movimiento brusco y la preciosa piedra fue a parar al fondo del mar y se perdió para siempre.
Reflexionando sobre este relato, Billy Graham escribió: “Igual que el hombre del relato, algunos de nosotros estamos haciendo malabarismo con nuestras almas. […] Con frecuencia hay personas alrededor que nos ruegan que dejemos de correr riesgos porque reconocen el valor de nuestra alma. Pero seguimos jugando con ella una vez más, sin saber que el barco cabeceará y perderemos nuestra oportunidad para siempre” (En aguas refrescantes, p. 252).
A alguien que supuso que tenía mucho tiempo para seguir jugando con el “diamante” de su vida, cuando menos lo esperaba recibió este mensaje: “Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma, y lo que has guardado, ¿de quién será?” (Lucas 12:20, RV95). No hagas malabares con tu vida. Ese juego te podría salir muy caro.
#CuidaTuVida #EntrégateaJesús
#VISITAMIMURO
Por: J. Vladimir Polanco
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