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Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. ( 2 Timoteo 1:7.)
Un riesgo de nuestro tiempo es el de perder nuestra visión e identidad adventistas. Aunque Dios mira lo interno, y le agrada un corazón humilde y sometido a su Espíritu, nuestro arreglo personal puede honrar o deshonrar a nuestro Señor. Puede que alguien piense que hablar de estas cuestiones es fanatismo. Pero esa no es la intención.
Por favor, sigue leyendo. Yo soy la primera en reconocer que el consejo de Pedro puede incomodarnos. ¿Acaso fue él una mujer como para aconsejarnos que nuestro “atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios” (1 Ped. 3:3-5)? No, él no fue una mujer, pero debo reconocer que, aunque sus palabras puedan incomodarnos, su intención es legítima y su consejo valioso.
Es en el corazón donde descansa el mayor tesoro: el amor a Cristo. Y desde allí resplandece o se apaga la luz del Señor. Pedro no les escribió esto a mujeres del mundo, sino a mujeres como nosotras, que habían abrazado “la bendita esperanza”. Y lo escribió porque estamos expuestas al riesgo de dejarnos llevar por las modas y el estilo de vida mundano.
Es cierto que nadie se salvará por la ropa que usa, ni por su estilo de vida. Somos salvas solo por la gracia de Cristo. Pero nuestra apariencia, nuestro vestido, bien puede expresar los valores que representamos.
El mundo, frívolo y superficial, puede erosionar nuestra identidad adventista e inducirnos a vestirnos y mostrarnos como las mujeres que no tienen nuestra esperanza. La Biblia dice: “Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras” (Heb. 10:23, 24).
Mantenerse firme significa resistir la sensualidad pecaminosa de esta era, porque “engañosa es la gracia, y vana la hermosura; la mujer que teme a Jehová, esa será alabada” (Prov. 31:30).-Ilce C. Rossill.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER 2015 Jardines DEL ALMA
Recopilado por: DIANE DE AGUIRRE
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