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“Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada; y su marido también la alaba”.
Proverbios 31:28.
El Señor dio a la mujer muchos privilegios, y también grandes responsabilidades. Ser madre es, quizás, el más grande y sagrado privilegio. Estamos viviendo en tiempos muy difíciles, cuando los valores se han relativizado.
La ambición de tenerlo todo, y tal vez el genuino deseo de brindar lo “mejor” a los hijos, nos hace perder de vista lo más importante: formar en ellos un carácter sólidamente afirmado en los principios eternos. Esto no es fácil. Es tan sagrado como difícil.
Requiere dedicarles a los hijos el tiempo necesario para responder todos sus interrogantes, y crear un vínculo afectivo profundo que grabe la imagen del Creador y sus mandamientos en sus pequeños corazones.
No es suficiente enseñarles la lección de la Escuela Sabática. Los hijos necesitan ver reflejado en sus padres el carácter de Cristo. Su dosis diaria de amor manifestada de diferentes maneras, les harán saber cuánto significan para sus padres y cuánto valoran ellos cada progreso en su crecimiento. La madre, por ser la más cercana a los hijos, es la más indicada para modelar el carácter de ellos.
Nuestra sociedad está llena de niños y adolescentes que no saben lo que significa el amor de una madre o un padre. Quizá sea esta una de las causas de la desorientación, el vacío y la ausencia de valores que experimenta la juventud de nuestros días.
Otra consecuencia lamentable que trae consigo el afán por lo material es que hoy la mujer también se ve obligada a colaborar con los ingresos para sostener el hogar, aunque a veces eso signifique darles a los hijos lo que no necesitan, ni les hace bien. En esos casos se debería planificar muy bien la combinación de trabajo y vida familiar para que no se vean afectadas la relación con los hijos y con el cónyuge.
El matrimonio debería estar muy unido en todos sus propósitos, y dialogar constantemente acerca de su relación, la educación de los hijos y el buen funcionamiento de la familia. Todo esto en el marco de la comunicación con Dios, la lectura de su Palabra y la oración. Seamos amigas de Jesús y nuestro hogar será un pedazo de cielo en esta tierra.
Mary Nikolaus de Vergan, Argentina
DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER 2014 DE MUJER A MUJER
Recopilado por: Pilar Calle de Henger
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