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“Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”.
Juan 6:68.
Es refrescante y solemne entender la relación con Cristo como una amistad para disfrutar y profundizar diariamente, como un vínculo íntimo con un Dios de amor y esperanza. No obstante, como toda amistad, puede eventualmente enfrentar alguna forma de crisis. La manera de lidiar con esos momentos difíciles es clave para entender la verdadera naturaleza del vínculo.
Es difícil manejar la frustración en nuestro vínculo con Dios. Lo entendí cuando una fría noche, sentada a la mesa llorando, me enojé con mi mejor Amigo. Al fin y al cabo, no le estaba pidiendo nada complicado, él es omnipotente, puede obrar milagros, y yo lo amaba desde mi niñez. Solo le pedía un hijo. Después de siete años de interminables estudios y tratamientos, dos embarazos perdidos y los brazos de madre aún vacíos, no me parecía una súplica demasiado descabellada.
“Señor -oraba-, estoy enojada y siento que hoy no tengo nada para agradecer. Hoy escuché de un bebé que murió al ser arrojado a un contenedor de basura, con apenas unos minutos de vida, y aquí estamos dos siervos tuyos pidiéndote un hijo que no llega…”
Apenas estas palabras salieron de mi boca, imaginé a mi Amigo en la cruz, sus reiteradas promesas de vida eterna y sus advertencias de que en este mundo tendríamos aflicción. Recordé incontables bendiciones y su fidelidad constante a pesar de mis errores. Reflexioné sobre el mundo cruel en el que vivimos y la segura promesa de su regreso, y continué: “Señor, ¿a quién iría si no es a ti? No tengo otra alternativa porque ya conocí tu amor y no quiero escaparme de él. Perdona mi enojo, me frustra la injusticia de este mundo de pecado…”
Una paz enorme me abrazó. Comprendí que ese instante de oscuridad era una brillante oportunidad de probar la fidelidad a mi Dios, de demostrarle que mi amistad está sellada en la cruz y se proyecta hacia la eternidad. Quise decirle que mi amistad no existe solo porque me bendice sino también a pesar de que no entiendo algunas cosas. Entonces, su respuesta llegó a mi vida y hoy disfruto de mi pequeño Juan Ignacio, un milagro de mi Padre que agradezco cada día.
Pamela Sicalo Oborsky de Perini, Uruguay
MATUTINA PARA LA MUJER 2014 “DE MUJER A MUJER” by: Pilar Calle de Henger, Photo by: v3wall
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