“Los vivos saben que han de morir, pero los muertos no saben nada” (Eclesiastés 9:5),
Sé que no me puedes oír, pero hoy tengo un deseo irresistible de hablarte. Tu ausencia me ha enseñado tantas cosas. La última vez que te vi, quise abrazarte, como siempre lo hacía. No pude. Estabas en la cama, no te pedí que te levantaras. Pensé que tendríamos muchas oportunidades para abrazarnos después.
¡Cuán equivocado estaba! Fue otra la que te abrazó. La muerte súbitamente te tomó en sus brazos, y no te soltó. No quiero volver a cometer ese error. Aprendí a nunca más dejar de lado la oportunidad de abrazar y besar a un ser querido. Mañana probablemente no llegará.
Tus sueños se esfumaron. Tus metas se derrumbaron de imprevisto. Ni siquiera viste crecer a tu niño. Cuán diferente ha sido mi vida. Sigo soñando, sigo alcanzando metas. Mis hijos reciben mis besos y abrazos. Tu muerte me enseñó a ser agradecido.
Tus travesuras dejaron una pequeña cicatriz en mi frente; pero tu partida dejó una herida incurable en mi corazón. Recordar tu amplia sonrisa todavía me produce una agradable sensación de paz; tu muerte ha hecho que la tristeza siga apegada a nuestras almas como una enredadera. Tú eras el centro de atención de todos en la familia, ahora nuestro centro se llena de tu ausencia.
Eras temeroso de la oscuridad y de la soledad. Y te dejamos en esa tumba vacía, iría, oscura. Por suerte, no sabías que te estábamos dejando allí; pues hubieras pataleado y llorado, como ahora lloramos nosotros.
José, mis lectores son gente como tú: jóvenes, con sueños, con iniciativas. Muchachos que viven sin pensar que la vida se les puede escurrir en un instante, ahora mismo; suponen que sus días no terminarán ni hoy, ni mañana… Ignoran que la muerte, esa insaciable enemiga, siempre está al acecho, esperando el momento preciso para lanzar su último ataque.
Cuando te dejamos en la tumba, hice mías las palabras que pronunció Elena de White en el funeral de su esposo: “Te encomiendo mi tesoro, Señor, hasta la mañana de la resurrección”. La oscuridad y la soledad que te rodean darán paso a un mundo en el que ya no habrá más muerte ni dolor. Allí podré volver a abrazarte.
#esperanza #resurrección
DEVOCIÓN MATUTINA JÓVENES 2016
#VISITAMIMURO
Por: J. Vladimir Polanco
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