noviembre 27, 2014

No cardos, sino rosas | Matutina para Mujeres

LantanaFlowerLeaves-3

“Te alabaré, oh Jehová, con todo mi corazón; contaré todas tu maravillas”.
Salmo 9:1.
En el último capítulo de El camino a Cristo, Elena G. de White cuenta que, mientras estaba en Europa, una señora muy desanimada le pidió algunos consejos que la hicieran sentirse mejor. La noche siguiente a la recepción de su carta, Elena tuvo un sueño y se lo compartió con algunas reflexiones.
“Muchos, al recorrer el camino de la vida, se espacian en sus propios errores, fracasos y desengaños, y sus corazones se llenan de dolor y desaliento. […] Soñé que me encontraba yo en un jardín y que alguien, al parecer el dueño del jardín, me conducía por sus senderos. Yo estaba recogiendo flores y gozando de su fragancia, cuando esta hermana, que había estado caminando a mi lado, me señaló algunos feos zarzales que le estorbaban el paso. Allí estaba ella, afligida y llena de pesar.
No iba por la senda, siguiendo al guía, sino que andaba entre espinas y abrojos. ‘Oh! –se lamentaba– ¿no es una lástima que las espinas hayan echado a perder este hermoso jardín?’ Entonces el que nos guiaba dijo: ‘No hagan caso de las espinas, porque no harán más que causarles molestias.
Junten las rosas, los lirios y los claveles’” (El camino a Cristo, cap. 13, p. 174). ¿No nos ha pasado alguna vez que hemos arruinado momentos de gozo y felicidad por mirar los abrojos y las malezas del camino? Tanto tú como yo hemos tenido preciosos momentos en los que nuestro corazón saltaba de gozo respondiendo al Espíritu de Dios.
O al hojear hacia atrás el libro de nuestra vida, hemos encontrado bellas páginas que nos hablan de bendiciones y promesas cumplidas. Entonces, ¿por qué borronearlas mirando las malezas y espinas del camino?
Elena G. de White continúa: “Las espinas y abrojos te herirán y causarán dolor; y si únicamente los recoges y los presentas a otros, ¿no estás menospreciando la bondad de Dios e impidiendo que los demás recorran el camino de la vida?” (ibíd., p. 175).
Podemos tener aquí el gozo de la comunión con Cristo, la luz de su amor y el perpetuo consuelo de su presencia. Ojala que así sea para cada una de nosotras. Y, al mirar hacia atrás o a los costados, veamos que a pesar de todo también hay belleza y bien.
Margarita Alicia Biaggi de Wainz, Uruguay
DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER 2014 DE MUJER A MUJER
Recopilado por: Pilar Calle de Henger
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