Lee 1 Corintios 12:12 al 31, y Efesios 4:15 y 16. Según estos textos, ¿cuál es nuestra función y nuestro lugar en una comunidad eclesiástica?
Efesios 4:15-16 (Reina-Valera 1960)
15 sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo,
16 de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor
Es interesante que estudios recientes muestren que quienes asisten y participan en actividades de la iglesia (comparados con los que no lo hacen) en forma regular:
- son menos propensos a sufrir adicciones.
- son más propensos a ser sexualmente responsables.
- están menos involucrados en conductas riesgosas.
- son más propensos a practicar ética en sus negocios y en el trabajo.
- son más propensos a gozar de una red social más rica y del apoyo de grupos.
- son más propensos a demostrar altos niveles de autoestima y eficacia personal.
- son más propensos a superar mejor las pérdidas (muerte de amados, calamidades, complicaciones de salud, etc.).
- son más propensos a albergar emociones positivas (amor, perdón, contentamiento, etc.).
- son menos propensos a albergar emociones negativas (culpa, temor, hostilidad, enojo, etc.).
Pertenecer a una iglesia puede ser terapéutico para el alma y el cuerpo. Es cierto, en ocasiones surgen problemas en la comunidad, y algunos la abandonan enojados y amargados; pero, con más frecuencia, los que tienen problemas pueden encontrar en la iglesia apoyo, compañerismo y estímulo, que no podrían conseguir en ninguna otra parte. Piensa en cómo sería la iglesia si cada miembro practicara las palabras de Pablo: “Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo” (Gál. 6:2).
¿Cuál es tu relación con el cuerpo de tu iglesia local? ¿Das más de lo que recibes? ¿Por qué, a veces, podrías necesitar recibir más? Al mismo tiempo, si todos fuéramos a la iglesia con la actitud de darnos cuando y donde podamos, ¿qué clase de comunidad tendríamos?
cuando nos conscientizamos de que Dios existe y que Él quiere revelarse a nosotros y relacionarse con nosotros. El cambia nuestra manera de pensar. “Porque así como el cielo es más alto que la tierra, mis caminos son más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más altos que vuestros pensamientos”. Isaías 55:9 – Biblia Viva.
Cuando todas las demás voces quedan acalladas, y en la quietud esperamos delante de él, el silencio del alma hace más distinta la voz de Dios. Nos invita: "Estad quietos, y conoced que yo soy Dios." Solamente allí puede encontrarse verdadero descanso. Y ésta es la preparación eficaz para todo trabajo que se haya de realizar para Dios”. - El Deseado de Todas las Gentes, pág. 363.
Tomado de:
Guia de Estdio,Esc.Sabatica
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